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Oración por la Paz
Palabra de dios todos los dias

Oración por la Paz

En la Basílica de Santa María en Trastevere se reza por la paz. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración por la Paz
Lunes 17 de diciembre

En la Basílica de Santa María en Trastevere se reza por la paz.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Génesis 49,2.8-10

Apiñaos y oíd, hijos de Jacob,
y escuchad a Israel, vuestro padre. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos;
tu mano en la cerviz de tus enemigos;
inclínense a ti los hijos de tu padre. Cachorro de león es Judá;
de la presa, hijo mío, has vuelto;
se recuesta, se echa cual león,
o cual leona, ¿quién le hará alzar? No se irá de Judá el báculo,
el bastón de mando de entre tus piernas.
hasta tanto que se le traiga el tributo
y a quien rindan homenaje las naciones;

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El pasaje que se nos propone es sólo una pequeña parte de las "bendiciones de Jacob". En la Biblia, la bendición expresa la continuidad de una vida marcada por la presencia benévola de Dios, a quien el hombre se confía. El Señor, el Bendito, hace partícipes de su misma vida y de su amor a los que le escuchan y se confía a él. Antes de la muerte, Jacob-Israel bendice a sus hijos y en la bendición describe la situación de ellos, que son al mismo tiempo los progenitores de las tribus de Israel, de aquellos grupos diferentes que formarán el pueblo de Dios y de quienes podremos seguir su historia que comenzó en el libro del Éxodo y se cumple en la tierra prometida. Este pasaje indica cuál será el futuro de Judá, del que vendrá el mesías. La tribu de Judá se presenta como aquella a la que se confía el gobierno, la realeza: "No se irá cetro de mano de Judá, bastón de mando de entre sus piernas, hasta que venga el que le pertenece, y al que harán homenaje los pueblos". He aquí quién es Judá, la tribu que da a luz al mesías, el descendiente de David. Al comienzo del Evangelio de Mateo leemos: "Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos...". En la genealogía se muestra la continuidad de una historia que no es fruto del azar o del destino, sino que está marcada y querida por Dios que, a través de hombres y mujeres, hace posible la realización de la historia de salvación que él conduce con cuidado y amor paterno. La historia de nuestra salvación hunde sus raíces en esta historia del pueblo de Israel. Por esto estamos invitados a leerla y comprenderla. En ella estamos también nosotros.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.