ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias

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Para los judíos hoy es el Shavuot (Pentecostés). Leer más

Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 30 de mayo

Para los judíos hoy es el Shavuot (Pentecostés).


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 28,16-20.30-31

Cuando entramos en Roma se le permitió a Pablo permanecer en casa particular con un soldado que le custodiara. Tres días después convocó a los principales judíos. Una vez reunidos, les dijo: «Hermanos, yo, sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de los padres, fui apresado en Jerusalén y entregado en manos de los romanos, que, después de haberme interrogado, querían dejarme en libertad porque no había en mí ningún motivo de muerte. Pero como los judíos se oponían, me vi forzado a apelar al César, sin pretender con eso acusar a los de mi nación. Por este motivo os llamé para veros y hablaros, pues precisamente por la esperanza de Israel llevo yo estas cadenas.» Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado y recibía a todos los que acudían a él; predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

La última página de los Hechos describe brevemente la llegada del Evangelio a Roma. Pablo, que está en arresto domiciliario, empieza su misión en la casa de un particular. Aprovechando que goza de una cierta benevolencia por parte de las autoridades romanas, convoca a los representantes de la comunidad judía. Aunque muchos de ellos no aceptan su predicación, no le son hostiles. Más bien le muestran una gran tolerancia y admiten explícitamente que no tienen nada contra él. Pablo se queda dos años en aquella casa, que muy probablemente se encuentra cerca del barrio judío. La transforma en un centro misionero. Aunque físicamente lleva "cadenas", Pablo despliega un intenso trabajo apostólico: en la casa recibe a gente, predica, ora y escribe cartas a las comunidades que están lejos. Nada, ni siquiera las cadenas, impide que el apóstol comunique el Evangelio. Es un gran ejemplo para nosotros porque, aunque disponemos de instrumentos y medios, nos cuesta -o incluso olvidamos- hablar al corazón de la gente. Llegados a este punto, Lucas interrumpe bruscamente la narración, como si quisiera decir que a partir de aquí empieza la difusión del cristianismo en todo el mundo. No narra ni siquiera el martirio de Pablo. Sabemos por otras fuentes que hacia finales del segundo año de estancia en Roma cambió el clima político para con los cristianos y Nerón desencadenó una persecución durante la que tanto Pedro como Pablo fueron asesinados. Lucas subraya solo que Pablo predica con franqueza la fe cristiana. Aquel joven que había guardado los mantos mientras lapidaban a Esteban se había dejado seducir por Jesús hasta el punto de que ahora se ponía en camino por el mundo, "predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo".

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.