ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Nehemías 12,1-47

Estos son los sacerdotes y los levitas que subieron con Zorobabel, hijo de Sealtiel, y con Josué: Seraías, Jeremías, Esdras, Amarías, Malluk, Hattús, Sekanías, Rejum, Meremot, Iddó, Guinnetón, Abías, Miyyamín, Maadías, Bilgá, Semaías; además: Yoyarib, Yedaías, Sallú, Amoq, Jilquías, Yedaías. Estos eran los jefes de los sacerdotes y de sus hermanos, en tiempo de Josué. Levitas: Josué, Binnuy, Cadmiel, Serebías, Judá, Mattanías - que dirigía con sus hermanos los himnos de acción de gracias, y Baqbuquías, Unní y sus hermanos les hacían coro en sus ministerios. Josué engendró a Yoyaquim; Yoyaquim engendró a Elyasib; Elyasib engendró a Yoyadá; Yoyadá engendró a Yojanán, y Yojanán engendró a Yaddúa. En los días de Yoyaquim los sacerdotes cabezas de familia eran: de la familia de Seraías: Meraías; de la familia de Jeremías: Jananías; de la de Esdras: Mesullam; de la de Amarías: Yehojanán; de la de Malluk: Jonatán; de la de Sekanías: José; de la de Jarim: Azná; de la de Meremot: Jelcay; de la de Iddó: Zacarías; de la de Guinnetón: Mesullam; de la de Abías: Zikrí; de la de Miyyamín:... de la de Maadías: Piltay; de la de Bilgá: Sammúa; de la de Semaías: Jonatán; además: de la de Yoyarib: Mattenay; de la Yedaías: Uzzí; de la de Sallú: Callay; de la de Amoq: Héber; de la de Jilquías: Jasabías; de la de Yedaías: Natanael. En tiempo de Elyasib, Yoyadá, Yojanán y Yaddúa, los cabezas de familias sacerdotales fueron registrados en el libro de las Crónicas, hasta el reinado de Darío el persa. Los hijos de Leví: Los cabezas de familia fueron registrados en el libro de las Crónicas, hasta el tiempo de Yojanán, nieto de Elyasib. Los jefes de los levitas eran: Jasabías, Serebías, Josué, Binnuy, Cadmiel; y sus hermanos, frente por frente para ejecutar los himnos de alabanza y de acción de gracias, conforme a las instrucciones de David, hombre de Dios, en grupos alternos, eran: Mattanías, Baqbuquías, y Abdías. Y Mesullam, Talmón y Aqcub, porteros, montaban la guardia en los almacenes junto a las puertas. Estos vivían en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josué, hijo de Yosadaq, y en tiempo de Nehemías, el gobernador, y de Esdras, el sacerdote - escriba. Cuando la dedicación de la muralla de Jerusalén, se buscó a los levitas por todos los lugares para traerlos a Jerusalén, con el fin de celebrar la dedicación con alegría, con cánticos de acción de gracias y música de címbalos, salterios y cítaras. Los cantores, hijos de Leví, se congregaron de la región circundante de Jerusalén, de los poblados de los netofatíes, de Bet Haguilgal, de los campos de Gueba y de Azmávet; porque los cantores habían construido poblados alrededor de Jerusalén. Sacerdotes y levitas se purificaron, y luego purificaron al pueblo, las puertas y la muralla. Mandé entonces a los jefes de Judá que subieran a la muralla y organicé dos grandes coros. El primero marchaba por encima de la muralla, hacia la derecha, hacia la puerta del Muladar; detrás de ellos iban Hosaías y la mitad de los jefes de Judá, Azarías, Esdras, Mesullam, Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías, elegidos entre los sacerdotes y provistos de trompetas; y Zacarías, hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Mattanías, hijo de Miká, hijo de Zakkur, hijo de Asaf, con sus hermanos, Semaías, Azarel, Milalay, Guilalay, Maay, Natanael, Judá, Jananí, con los instrumentos músicos de David, hombre de Dios. Y Esdras el escriba iba al frente de ellos. A la altura de la puerta de la Fuente, subieron a derecho por la escalera de la Ciudad de David, por encima de la muralla, y por la subida de la Casa de David, hasta la puerta del Agua, al Oriente. El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás, con la mitad de los jefes del pueblo, por encima de la muralla, pasando por la torre de los Hornos, hasta la muralla de la Plaza, por encima de la puerta de Efraím, la puerta de los Peces, la torre de Jananel, hasta la puerta de las Ovejas; se hizo alto en la puerta de la Prisión. Luego los dos corros se colocaron en la Casa de Dios. - Tenía yo a mi lado a la mitad de los consejeros, y a los sacerdotes Elyaquim, Maaseías, Minyamín, Miká, Elyoenay, Zacarías, Jananías, con trompetas, y Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzzí, Yehojanán, Malkiyías, Elam y Ezer -. Los cantores entonaron su canto bajo la dirección de Yizrajías. Se ofrecieron aquel día grandes sacrificios y la gente se entregó a la algazara, pues Dios les había concedido un gran gozo; también se regocijaron las mujeres y los niños. Y el alborozo de Jerusalén se oía desde lejos. En aquel tiempo se puso al frente de los aposentos destinados para almacenes de las ofrendas reservadas, de las primicias y de los diezmos, a hombres que recogiesen en ellos, del territorio de las ciudades, las porciones que la Ley otorga a los sacerdotes y a los levitas. Pues Judá se complacía en ver a los sacerdotes y levitas en sus funciones. Ellos cumplían el ministerio de su Dios y el ministerio de las purificaciones, junto con los cantores y los porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón. Pues ya desde un principio, desde los días de David y de Asaf, había jefes de cantores y cánticos de alabanza y acción de gracias a Dios. Y todo Israel, en tiempo de Zorobabel y en tiempo de Nehemías, daba a los cantores y a los porteros las raciones correspondientes a cada día. A los levitas se les entregaban las cosas sagradas, y los levitas entregaban su parte a los hijos de Aarón.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

La primera parte del capítulo continúa con el intento de identificar una continuidad en la historia de Israel después del retorno del exilio. En efecto, Dios no ha abandonado a su pueblo, es más, mediante sus enviados, desde Zorobabel hasta Esdras y Nehemías, él lo vuelve a constituir en su unidad. El autor recuerda sobre todo a Zorobabel, que se sitúa al inicio del retorno de Babilonia, y después ofrece una lista de nombres que concluyen con los de Esdras y Nehemías (v. 26). Con esta larga lista de nombres el autor quiere reunificar los diferentes movimientos del retorno en un único acontecimiento que realiza el decreto de Ciro al que se refería precisamente el inicio del libro de Esdras. La intención es mostrar que el Señor lleva a cumplimiento su plan de salvación. Las listas, tanto del capítulo 11 como del 12, que pueden parecer de árida lectura, ponen a la luz, sin embargo, la importancia en la historia del periodo del post-exilio y de la reconstitución de la comunidad en su unidad y en su continuidad histórica. En efecto, los que vuelven de Babilonia son el verdadero Israel, ellos realizan las promesas de Dios. Y la realización se concentra principalmente en la obediencia a la Torá, la enseñanza de Dios, y en la reconstrucción del templo. Precisamente aquí, según lo que ya habían preanunciado los libros de las Crónicas, llegaba a cumplimiento el itinerario que había conducido a Israel desde la esclavitud de Egipto a la tierra prometida (cf. 1 Cro 17). Si en la alabanza de Dios durante el sábado es cuando el hombre lleva a cumplimiento la creación, como nos enseña el comienzo del segundo capítulo del Génesis, es en el templo donde Israel reconoce la obra que Dios ha realizado por él. Mientras describe la dedicación de la muralla de la ciudad, la segunda parte del capítulo es en realidad una continua invitación a la alegría, que concluye en el templo: "Luego los dos coros se colocaron en el templo de Dios. ...Se ofrecieron aquel día grandes sacrificios y la gente se entregó a la algazara, pues Dios les había concedido un gran gozo; también se regocijaron las mujeres y los niños. Y el alborozo de Jerusalén se oía desde lejos". Finalmente la ciudad ha vuelto a recuperar su carácter de ciudad santa, porque Dios está en medio de ella. Por esto "Los sacerdotes y levitas se purificaron, y luego purificaron al pueblo, las puertas y la muralla" (v. 30). La pureza es una de las características de Dios: Él es puro, porque carece de pecado y porque es el Santo por excelencia. También nosotros estamos llamados a purificarnos reconociéndonos pecadores ante el Señor, para poder participar en la alegría de su presencia uniéndonos a la alabanza de la comunidad de los hermanos.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.