ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres

Salmo responsorial

Salmo 49 (50)

El Dios de los dioses, Yahveh, habla
y convoca a la tierra desde oriente hasta occidente.

Desde Sión, la Hermosa sin par, Dios resplandece,

viene nuestro Dios y no se callará.
Delante de él, un fuego que devora,
en torno a él, violenta tempestad;

convoca a los cielos desde lo alto,
y a la tierra para juzgar a su pueblo.

¡Congregad a mis fieles ante mí,
los que mi alianza con sacrificio concertaron!

Anuncian los cielos su justicia,
porque es Dios mismo el juez. Pausa.

Escucha, pueblo mío, que hablo yo,
Israel, yo atestiguo contra ti,
yo, Dios, tu Dios.

No es por tus sacrificios por lo que te acuso:
¡están siempre ante mí tus holocaustos!

No tengo que tomar novillo de tu casa,
ni machos cabríos de tus apriscos.

Pues mías son todas las fieras de la selva,
las bestias en los montes a millares;

conozco todas las aves de los cielos,
mías son las bestias de los campos.

Si hambre tuviera, no habría de decírtelo,
porque mío es el orbe y cuanto encierra.

¿Es que voy a comer carne de toros,
o a beber sangre de machos cabríos?

Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias,
cumple tus votos al Altísimo;

"e invócame en el día de la angustia,
te libraré y tú me darás gloria."

"Pero al impío Dios le dice:
""¿Qué tienes tú que recitar mis preceptos,
y tomar en tu boca mi alianza, "

tú que detestas la doctrina,
y a tus espaldas echas mis palabras?

Si a un ladrón ves, te vas con él,
alternas con adúlteros;

sueltas tu boca al mal,
y tu lengua trama engaño.

Te sientas, hablas contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre.

Esto haces tú, ¿y he de callarme?
¿Es que piensas que yo soy como tú?
Yo te acuso y lo expongo ante tus ojos.

¡Entended esto bien los que olvidáis a Dios,
no sea que yo arrebate y no haya quien libre!

"El que ofrece sacrificios de acción de gracias me da gloria,
al hombre recto le mostraré la salvación de Dios."

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.