ORACIÓN CADA DÍA

Miércoles santo
Palabra de dios todos los dias

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Libretto DEL GIORNO
Miércoles santo

Himno de Cuaresma

Este es el tiempo del retorno.
Vuelvan / Volved a mi de todo corazón.
Desgarren / Desgarrad el corazón, no los vestidos.
Vuelvan / Volved a mi de todo corazón.

Vuelve el hijo a casa del Padre.
Padre, he pecado contra ti,
yo no soy digno de ser tu hijo.
El hijo encuentra un Padre misericordioso.

Este es el tiempo del retorno.
Él es benigno y misericordioso.
Lento a la ira y rico en bondad,
se compadece de ustedes / vosotros.

Llora la mujer a los pies de Jesús,
los seca con sus cabellos,
le son perdonados sus pecados,
porque ha amado mucho.

No recuerden / recordéis las cosas pasadas,
no piensen / penséis en las cosas antiguas.
Yo no me acuerdo de tus pecados,
vete en paz y no peques más.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.