ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Iglesia

Recuerdo del padre Alexander Men, sacerdote ortodoxo de Moscú, asesinado brutalmente en 1990. Para los musulmanes es el final del ayuno del mes del Ramadán (Aid al-Fitr).
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia

Recuerdo del padre Alexander Men, sacerdote ortodoxo de Moscú, asesinado brutalmente en 1990. Para los musulmanes es el final del ayuno del mes del Ramadán (Aid al-Fitr).


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 6,27-38

«Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El evangelista Lucas, inmediatamente después de las bienaventuranzas, retoma las ideas esenciales ya propuestas por Mateo en el pasaje paralelo en el que Jesús proclama la novedad del reino que Jesús ha venido a inaugurar. Sin retomar las "antítesis" que utiliza Mateo, Lucas reproduce las palabras de Jesús en una versión muy directa. Jesús dice: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien". Son palabras claras, directas, totalmente ajenas a la cultura de este mundo y, por eso, motivo de burla. ¡Cuántas veces también nosotros decimos: "son afirmaciones hermosas pero no son realistas"! Sin embargo, sólo en estas palabras el mundo puede encontrar salvación, motivos para detener las guerras y, sobre todo, impulso para construir una paz y una convivencia entre los hombres y entre los pueblos que sean duraderas. Para Jesús no existen enemigos a los que odiar y combatir. Para él -y, por tanto, para todo discípulo- sólo existen hermanos y hermanas a los que amar, o en todo caso, corregir, y a los que ayudar siempre en el camino de la salvación. Las otras indicaciones que vienen a continuación derivan de un amor que no sólo no conoce reciprocidad ("haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio", dice Jesús) sino que rebosa sobre todas las cosas ("al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica", está escrito). Por eso el Evangelio es radicalmente alternativo a la mentalidad egocéntrica común a todo el mundo. Esta alteridad no se puede ni diluir ni ahogar. Dice también Jesús: "Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman". La razón única que justifica dicha actitud está en Dios, pues Dios es el primero que se comporta con compasión y benevolencia con todos, incluso "con los desagradecidos y los perversos". Jesús presenta a los discípulos de todos los tiempos un ideal que es tan alto como el cielo: "sed compasivos como vuestro Padre es compasivo". No es una exhortación moral; es un estilo de vida. De ese estilo de vida depende nuestra salvación.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.