ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Iglesia

Recuerdo de la dedicación de las basílicas romanas de San Pedro del Vaticano y de San Pablo Extramuros.
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia

Salmo responsorial

Salmo 148

¡Alabad a Yahveh desde los cielos,
alabadle en las alturas,

alabadle, ángeles suyos todos, todas sus huestes, alabadle!

¡Alabadle, sol y luna,
alabadle todas las estrellas de luz,

alabadle, cielos de los cielos,
y aguas que estáis encima de los cielos!

Alaben ellos el nombre de Yahveh:
pues él ordenó y fueron creados;

él los fijó por siempre, por los siglos,
ley les dio que no pasará.

¡Alabad a Yahveh desde la tierra,
monstruos del mar y todos los abismos,

fuego y granizo, nieve y bruma,
viento tempestuoso, ejecutor de su palabra,

montañas y todas la colinas,
árbol frutal y cedros todos,

fieras y todos los ganados,
reptil y pájaro que vuela,

reyes de la tierra y pueblos todos,
príncipes y todos los jueces de la tierra,

jóvenes y doncellas también,
viejos junto con los niños!

Alaben el nombre de Yahveh:
porque sólo su nombre es sublime,
su majestad por encima de la tierra y el cielo.

El realza la frente de su pueblo,
de todos sus amigos alabanza,
de los hijos de Israel, pueblo de sus íntimos.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.