ORACIÓN CADA DÍA

Fiesta del Bautismo del Señor
Palabra de dios todos los dias

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Libretto DEL GIORNO
Fiesta del Bautismo del Señor
Domingo 8 de enero

Primera Lectura

Isaías 55,1-11

¡Oh, todos los sedientos, id por agua,
y los que no tenéis plata, venid,
comprad y comed, sin plata,
y sin pagar, vino y leche! ¿Por qué gastar plata en lo que no es pan,
y vuestro jornal en lo que no sacia?
Hacedme caso y comed cosa buena,
y disfrutaréis con algo sustancioso. Aplicad el oído y acudid a mí,
oíd y vivirá vuestra alma.
Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna:
las amorosas y fieles promesas hechas a David. Mira que por testigo de las naciones le he puesto,
caudillo y legislador de las naciones. Mira que a un pueblo que no conocías has de convocar,
y un pueblo que no te conocía, a ti correrá
por amor de Yahveh tu Dios
y por el Santo de Israel, porque te ha honrado. Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar,
llamadle mientras está cercano. Deje el malo su camino,
el hombre inicuo sus pensamientos,
y vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él,
a nuestro Dios, que será grande en perdonar. Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos son mis caminos - oráculo de
Yahveh -. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra,
así aventajan mis caminos a los vuestros
y mis pensamientos a los vuestros. Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca,
que no tornará a mí de vacío,
sin que haya realizado lo que me plugo
y haya cumplido aquello a que la envié.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.