ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias

Memoria de los santos y de los profetas

Comienza la semana de Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de la Iglesia católica. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Miércoles 18 de enero

Comienza la semana de Oración por la unidad de los cristianos. Recuerdo especial de la Iglesia católica.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Proverbios 4,10-27

Escucha, hijo mío, recibe mis palabras,
y los años de tu vida se te multiplicarán. En el camino de la sabiduría te he instruido,
te he encaminado por los senderos de la rectitud. Al andar no se enredarán tus pasos,
y si corres, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la sueltes;
guárdala, que es tu vida. No te metas por la senda de los perversos,
ni vayas por el camino de los malvados. Evítalo, no pases por él,
apártate de él, pasa adelante. Porque ésos no duermen si no obran el mal,
se les quita el sueño si no han hecho caer a alguno. Es que su pan es pan de maldad,
y vino de violencia es su bebida. La senda de los justos es como la luz del alba,
que va en aumento hasta llegar a pleno día. Pero el camino de los malos es como tinieblas,
no saben dónde han tropezado. Atiende, hijo mío, a mis palabras,
inclina tu oído a mis razones. No las apartes de tus ojos,
guárdalas dentro de tu corazón. Porque son vida para los que las encuentran,
y curación para toda carne. Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón,
porque de él brotan las fuentes de la vida. Aparta de ti la falsía de la boca
y el enredo de los labios arrójalo de ti. Miren de frente tus ojos,
tus párpados derechos a lo que está ante tí. Tantea bien el sendero de tus pies
y sean firmes todos tus caminos. No te tuerzas ni a derecha ni a izquierda,
aparta tu pie de la maldad.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El pasaje se divide en dos partes. En la primera (vv. 10-19) se contrapone el camino de la sabiduría al del malvado. En efecto, la sabiduría mantiene lejos de realizar el mal. La justicia y la impiedad se contraponen como la luz y la tiniebla. El justo, el que vive en la sabiduría de Dios, camina en la luz. No tiene miedo de mostrar sus comportamientos, es más, estos son luz para los demás. Por el contrario, el malvado camina en la oscuridad y no se da cuenta de que sus comportamientos le empujarán a caer. Cuántas veces se tropieza por haber querido seguirse a uno mismo en vez de dejarse iluminar por la Palabra de Dios. El mal es un gran engaño. Cuando el hombre empieza a recorrer su camino, difícilmente sale como antes: "No te adentres en la senda de los malvados, ni pises el camino de los perversos". Hoy con frecuencia no se es consciente del mal y se tiende a justificar todo, como si nosotros fuéramos siempre más fuertes y resistentes ante él. Pero el mal -y la Biblia utiliza siempre un lenguaje concreto, por tanto habla de malvados y perversos y no de mal y perversidad, porque tiene una clara conciencia de ello - tiene una fuerza que embauca sin que nos demos cuenta. Dijo Dios a Caín para ponerlo en guardia: "si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar" (Gn 4, 7). En la segunda parte (vv. 20-27) todo el hombre está implicado en el compromiso de custodiar la Palabra de Dios: oídos, ojos, corazón, cuerpo: "presta oído a mis razones. No las pierdas de vista, consérvalas en tu corazón. Pues son ... salud para todo su cuerpo". Y añade a continuación: "Por encima de todo, vigila tu corazón, ... Aparta de tu boca el engaño y aleja la falsedad de tus labios. Que tus ojos miren de frente, y que tu mirada sea franca". Tenemos que vigilar con atención todo nuestro ser, para que oídos, ojos, corazón y cuerpo se dirijan a la búsqueda de cuanto viene del Señor. Escuchar, ver, sentir y pensar, nuestro actuar debe conformarse cada día a la Palabra de Dios. Ay si nos pensáramos como partes separadas de un único cuerpo, correremos fácilmente el riesgo de perdernos.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.