ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 28 de enero


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Proverbios 10,1-32

Proverbios de Salomón.
El hijo sabio es la alegría de su padre,
el hijo necio entristece a su madre. Tesoros mal adquiridos no aprovechan,
mas la justicia libra de la muerte. Yahveh no permite que el justo pase hambre,
pero rechaza la codicia de los malos. Mano indolente empobrece,
la mano de los diligentes enriquece. Amontonar en verano es de hombre sensato,
dormirse en la cosecha es de hombre indigno. Bendiciones sobre la cabeza del justo;
pero la boca de los impíos rezuma violencia. El recuerdo del justo sirve de bendición;
el nombre de los malos se pudre. El sensato de corazón acepta los mandatos,
el hombre charlatán corre a su ruina. Quien va a derecho, va seguro,
quien va con rodeos es descubierto. El que guiña de ojos, dará disgustos,
quien reprende a la cara, proporciona paz. Manantial de vida la boca del justo;
la boca de los impíos rezuma violencia. El odio provoca discusiones,
el amor cubre todas las faltas. En labios del inteligente se encuentra sabiduría,
palo a las espaldas del falto de seso. Los sabios atesoran conocimiento,
la boca del necio es ruina inmediata. La fortuna del rico es su plaza fuerte,
la ruina de los débiles es su pobreza. El salario del justo es para vivir,
la renta del malo es para pecar. Camina hacia la vida el que guarda las instrucciones;
quien desatiende la reprensión se extravía. Los labios mentirosos disimulan el odio;
quien profiere una calumnia es un necio. En las muchas palabras no faltará pecado;
quien reprime sus labios es sensato. Plata elegida es la lengua del justo,
el corazón de los malos vale poco. Los labios del justo apacientan a muchos,
los insensatos mueren en su falta de seso. La bendición de Yahveh es la que enriquece,
y nada le añade el trabajo a que obliga. Como un juego es para el necio cometer el crimen,
la sabiduría lo es para el hombre inteligente. Lo que teme el malo, eso le sucede,
lo que el justo desea, se le da. Cuando pasa la tormenta, ya no existe el malo,
mas el justo es construcción eterna. Vinagre para los dientes y humo para los ojos:
así es el perezoso para quien lo envía. El temor de Yahveh prolonga los días,
los años de los malos son acortados. La espera de los justos es alegría,
la esperanza de los malos fracasará. Fortaleza es para el íntegro la senda de Yahveh;
pero ruina para los malhechores. Jamás el justo será conmovido,
pero los malos no habitarán la tierra. La boca del justo da frutos de sabiduría,
la lengua perversa será cortada. Los labios del justo saben de benevolencia;
la boca de los malos, de perversidad.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Comienza con el capítulo 10 un segundo conjunto de Proverbios, menos uniforme que el anterior, que concluye en 22,16. El título "Proverbios de Salomón" es obviamente ficticio y sirve para indicar la autoridad de cuanto sigue. El capítulo 10 recoge una serie independiente de Proverbios. Sin embargo se podría identificar una clave de comprensión a partir de la frecuencia de la palabra "justo", que aparece hasta 13 veces, mientras en el versículo 2 se habla de la justicia. Al texto le interesa sobre todo oponer al "justo" con el malvado y el impío. Ante todo, la justicia "libra de la muerte", y Dios no deja que el justo sufra a causa del hambre. Es decir, Dios protege la vida del justo, del hombre fiel a la Palabra de Dios, que la escucha y la observa en vez de seguirse a sí mismo. El Señor lo bendice, es decir le da su amistad, de forma que su vida sea a su vez de bendición para el prójimo: "La cabeza del justo se llena de bendiciones... El recuerdo del justo es bendito". Por el contrario, quien comete el mal se vuelve violento y su nombre es olvidado. En varias ocasiones se habla del justo como de alguien que es fuente de vida con la boca, es decir con su habla, e incluso con su salario. El texto insiste varias veces en la boca y los labios del justo. El habla puede hacer mucho mal a los demás, pero también puede hacer mucho bien. Muchas veces la Biblia insiste sobre la importancia de la palabra como camino del diálogo y del encuentro. Dios mismo la ha escogido como forma de comunicación con la humanidad. Cuántas veces en la vida cotidiana se hiere a los demás con la palabra, cuando se les juzga con maldad, cuando se habla mal de ellos, se les critica, o nos dejamos llevar por los cotilleos, por los litigios así como por inútiles y estúpidas iras. Por esto la boca y la lengua del justo son "plata de ley" (v. 20), "sustentan a muchos" (v. 21), "destila sabiduría" (v. 31), "procuran deleite" (v. 32) y son fuente de sabiduría. Por el contrario, la lengua de quien se acostumbra al mal produce necedad y "esconde violencia" (vv. 6.11). Hay una violencia del habla que impide la amistad y la convivencia, a la que nos acostumbramos y se acepta como normal. A veces ésta es la gran necedad de la vida de cada día, en la que nos creemos justos pero no nos comportamos así.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.