ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Señor

Recuerdo de Modesta, vagabunda abandonada a la muerte en la estación Termini de Roma que no fue socorrida porque estaba sucia. Con ella recordamos a todos las personas sin hogar que han muerto. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 31 de enero

Recuerdo de Modesta, vagabunda abandonada a la muerte en la estación Termini de Roma que no fue socorrida porque estaba sucia. Con ella recordamos a todos las personas sin hogar que han muerto.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Proverbios 11,20-31

A los de corazón torcido abomina Yahveh;
a los de camino intachable da su favor. De cierto que el malo no quedará impune,
mas la raza de los justos quedará a salvo. Anillo de oro en nariz de un puerco,
mujer hermosa pero sin gusto. El deseo de los justos es sólo el bien,
la esperanza de los malos, la ira. Hay quien gasta y todavía va a más;
y hay quien ahorra en demasía sólo para venir a menos. El alma generosa será colmada,
y el que sacia a otro la sed, también será saciado. El pueblo maldice al que acapara trigo;
bendición para la cabeza del que vende. Quien busca el bien, se procura favor,
quien va tras el mal, le saldrá al encuentro. Quien confía en su riqueza, ése caerá,
los justos brotarán como follaje. Quien desordena su casa, hereda viento,
el insensato será esclavo del sabio. El fruto del justo es un árbol de vida;
cautivador de las almas es el sabio. Si el justo recibe su recompensa en la tierra,
¡cuánto más el pecador y el malo!

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

La pregunta sobre el malvado que prospera al contrario de los justos que sufren acompaña la vida de Job y la reflexión del libro de la Sabiduría. Sin embargo ya aquí se da una respuesta simple, que es garantía para quien obra el bien: "El Señor detesta las mentes retorcidas y da su favor a la conducta intachable. Seguro que el malvado no quedará impune, mas la estirpe de los justos se salvará". El Señor protege la vida de los justos mientras que la de quien realiza el mal irá a la ruina. De hecho, mientras el deseo de los justos es sólo el bien, el de los malvados es la ira. Extraña combinación que une siempre la ira a los malvados. Hay que reflexionar sobre este Proverbio, porque sin darnos cuenta la ira hace realizar el mal. Y cuántos enfados inútiles en la vida de cada día, generalmente para defendernos a nosotros mismos o nuestras razones. Sin embargo hay una justa indignación, que también Dios expresa a veces en la Biblia ante el pecado del hombre y ante la injusticia en relación a los pobres. Esta ira es bien distinta de la que caracteriza la vida de nuestras sociedades. En los versículos 24-29 el texto vuelve sobre la riqueza, invitando a usarla con generosidad: "Hay derrochadores que se enriquecen y ahorradores tacaños que se empobrecen. El espíritu generoso prosperará, el que da de beber, también será saciado". A veces se tiene miedo de dar y se vive conservando cuanto se posee con avaricia y avidez. Una verdadera dictadura del materialismo impide vivir con generosidad. Sin embargo, sabemos bien que la alegría está en el dar más que en el recibir. Los Proverbios nos advierten y nos indican que el camino de la generosidad conduce a la vida: "Quien confía en su riqueza se hundirá, los justos crecerán como vegetación". El justo conoce la injusticia del mundo y por tanto sabe que su riqueza debe utilizarse también en beneficio de los demás. Que nuestra justicia pueda ser un árbol de vida para muchos, como aquel árbol grande bajo el que pueden encontrar cobijo los muchos pobres del mundo. Que nuestra sabiduría, fruto de la escucha fiel de la Palabra de Dios, pueda conquistar los corazones al amor.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.