ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 27 de febrero


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Proverbios 27,1-27

No te regocijes por el día de mañana,
porque no sabes lo que deparará el día de hoy. Que otro te alabe y no tu propia boca;
un extraño, que no tus labios. Pesada es la piedra y pesada la arena,
la ira del necio es más pesada que ellas. El furor es cruel, agua desbordada la cólera;
mas ¿quién resistirá ante la envidia? Mejor es reprensión manifiesta
que amor oculto. Leales son las heridas del amigo,
falsos los besos del enemigo. Alma saciada pisotea la miel,
al alma hambrienta, hasta lo amargo es dulce. Como yerra el pájaro lejos de su nido,
así yerra el hombre lejos de su lugar. El aceite y el perfume alegran el corazón,
la dulzura del amigo consuela el alma. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre;
no entres en la casa de tu hermano el día de tu
infortunio.
Mejor es vecino próximo que hermano alejado. Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón;
y podré responder al que me ultraja. El hombre precavido ve el mal y se esconde,
los simples pasan y reciben castigo. Tómale su vestido, pues salió fiador de otro;
tómale prenda por los extraños. Al que ya de mañana a su prójimo bendice en alta voz,
le será contado como una maldición. Goteo incesante en día de lluvia
y mujer chismosa, son iguales; el que la retiene, retiene viento
y aceite encuentra su derecha. El hierro con hierro se aguza,
y el hombre con su prójimo se afina. El que vigila una higuera come de su fruto,
el que guarda a su señor será honrado. Como en el agua un rostro refleja otro rostro,
así el corazón de un hombre refleja el de otro hombre. Seol y Perdición son insaciables;
tampoco se sacian los ojos del hombre. Crisol para la plata, horno para el oro,
el hombre vale según su reputación. Aunque machaques al necio en el mortero,
(entre el grano, con el pilón)
no se apartará de él su necedad. Conoce a fondo el estado de tu ganado,
aplica tu corazón a tu rebaño; porque no es eterna la riqueza,
no se transmite una corona de edad en edad. Cortada la hierba, aparecido el retoño,
y apilado el heno de los montes, ten corderos para poderte vestir,
machos cabríos con que pagar un campo, leche de cabras abundante para tu sustento,
para alimentar a tu familia y mantener a tus criados.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Aparentemente es un capítulo extraño que parece juntar situaciones muy distintas. Sin embargo, existe un hilo conductor que quiere indicar que cada persona es una encrucijada de relaciones y por tanto que nadie se basta a sí mismo. De esta forma, aparecen los muchos personajes de la vida en una sociedad: el amigo, el hermano, el extraño, el desconocido, el prójimo, mujer y vecinos. Y luego los bienes que cada uno posee: rebaños, pastos, corderos y cabras. En definitiva, la vida de un individuo no acaba en uno mismo. Cada día hay que hacer las cuentas con un conjunto de personas y cosas. Por esto es necesario ser sabios y no afrontar la vida como necios. El capítulo comienza alertando del orgullo que cada uno tiende instintivamente a atribuirse: "No presumas del mañana, ...Que otro te alabe y no tu propia boca, que sea un extraño y no tus labios". La humildad sigue siendo una clave para establecer una relación justa con el prójimo. Se comienza con la amistad. "Más valen golpes leales de amigo, que besos falaces de enemigo" (v. 6). Es sabiduría aceptar "los golpes", es decir, las correcciones incluso duras de un amigo, porque éstas son leales, vienen de alguien que te quiere, mientras que los besos de un enemigo son sólo adulación engañosa. Cierto, la corrección provoca heridas en el ánimo, pero ayuda a crecer. Es más, un verdadero amigo es el que asume la responsabilidad de corregir al otro. Lo mismo vale para el consejo de un amigo, que "consuela el alma". Por esto no hay que abandonar al amigo sino tenerle siempre cerca, porque su cercanía es más preciosa que la de un hermano. En la vida de cada día estamos llamados a ayudarnos recíprocamente, porque nadie se basta a sí mismo: "El hierro se aguza con hierro, el hombre, en contacto con su prójimo" (v. 17). En efecto, existe una complementariedad entre nosotros que parece indispensable para la vida de cada uno: "Como el agua es espejo del rostro, el corazón es espejo del hombre" (v. 19). Muchas veces competimos en el distinguirnos y nos volvemos estúpidos protagonistas, olvidando que tenemos mucho en común con los demás y que esto nos debería ayudar a comprendernos y a trabajar juntos, superando las diversidades obvias y las contraposiciones estériles. La Palabra de Dios nos sugiere muchas pequeñas formas de construir un mundo en el que sea posible vivir juntos en el respeto recíproco.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.