ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 30 de abril


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Gálatas 2,11-14

Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El pasaje empieza con un reproche de Pablo a Pedro en Antioquía porque estaba equivocado. Su comportamiento, en efecto, no había sido recto: por un lado solía sentarse en la mesa -incluso en la eucarística- con los étnico-cristianos; por otro, cuando llegaban los judeocristianos de Jerusalén, se abstenía de participar en los encuentros. Pablo sabía que Pedro se comportaba así "por temor" y no por convicción, pero ese comportamiento había llevado a una división profunda en la comunidad antioqueña, ya que daba preferencia a los judeocristianos. En efecto, Bernabé, acostumbrado a tener relaciones con los étnico-cristianos, también se vio influido. Pablo lo explica con amargura: también él "se vio arrastrado a la simulación". El apóstol, temiendo que en las comunidades de Galacia se pudiese repetir lo que había sucedido en Antioquía, interviene con gran decisión. Sin embargo, mientras en Antioquía bastó con desaprobar la incoherencia de Pedro (2, 14), en Galacia, en cambio, había que mostrar con claridad que dicho comportamiento dañaba el corazón mismo de la fe. Un comportamiento ambiguo como el de Pedro inutilizaba la obra de Jesús, que había abatido el muro que separaba a los judíos de los gentiles. Cristo, en efecto, "de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad, anulando en su carne la Ley con sus mandamientos y sus decretos" (Ef 2, 14 ss.). La comunidad cristiana ya no está dividida a causa de la ley: la única Iglesia de Dios está formada por judíos y por gentiles. Al seguir a Cristo se realiza la reconciliación entre los hombres, entre los pueblos y entre las culturas. Por eso Pablo aclara a Pedro que su conducta ambigua podría tener consecuencias devastadoras para todos: "Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar?" (2, 14). No se deben cargar pesos inútiles sobre los hombros de los cristianos que provienen del paganismo, corriendo además el riesgo de impedir a otros entrar en la comunidad cristiana. Cristo es la paz y por eso la edifica entre los hombres.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.