ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Vigilia del domingo

Recuerdo de san Egidio, monje de Oriente que viajó a Occidente. Vivió en Francia y se convirtió en padre de muchos monjes. La Comunidad de Sant'Egidio debe su nombre a la iglesia de Roma dedicada al santo. Se recuerda hoy el inicio de la Segunda Guerra Mundial: oración por el fin de todas las guerras. La Iglesia ortodoxa empieza el año litúrgico. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 1 de septiembre

Recuerdo de san Egidio, monje de Oriente que viajó a Occidente. Vivió en Francia y se convirtió en padre de muchos monjes. La Comunidad de Sant’Egidio debe su nombre a la iglesia de Roma dedicada al santo. Se recuerda hoy el inicio de la Segunda Guerra Mundial: oración por el fin de todas las guerras. La Iglesia ortodoxa empieza el año litúrgico.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Judas 1,5-7

Quiero recordaros a vosotros, que ya habéis aprendido todo esto de una vez para siempre, que el Señor, habiendo librado al pueblo de la tierra de Egipto, destruyó después a los que no creyeron; y además que a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día. Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven de ejemplo.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El apóstol previene a la comunidad de los falsos maestros. Advierte a los creyentes que aquellos fueron juzgados por Dios. Y recuerda tres ejemplos del Primer Testamento para que la comunidad se defienda de ellos. Se podría decir que la Escritura, similarmente a lo que le ocurre a Jesús en el desierto en el momento de la tentación, es la fuerza que los creyentes tienen para derrotar toda tentación. También el apóstol Pedro, en su segunda epístola, que presenta muchas similitudes con esta, pone ejemplos extraídos de la Escritura para mostrar la condena de la que fueron objeto los que quieren alejar a los creyentes de las enseñanzas apostólicas. Además, la historia de los cristianos forma parte de la historia de salvación que describe la Biblia. La interpretación espiritual interpreta los hechos del pasado como una prefiguración de los actuales. Así, los falsos maestros que ahora intentan dividir la comunidad sufrirán la misma suerte que vivieron aquellos judíos que continuaron mostrándose incrédulos tras la salida de Egipto: fueron todos exterminados. Los falsos maestros serán encadenados como lo fueron los ángeles que traicionaron al Señor. Y su recompensa será la misma que la de Sodoma y Gomorra, que fueron arrasadas por su maldad y su falta de acogida. El apóstol sabe que la comunión fraterna en la única fe es el tesoro más precioso que tenemos y que debemos guardarlo con sumo esmero y todo tipo de atenciones.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.