ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 22 de septiembre


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

1Crónicas 14,1-17

Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros y maderas de cedro, y también albañiles y carpinteros, para edificarle una casa. Y conoció David que Yahveh le había confirmado como rey de Israel, pues había ensalzado su realeza por amor a Israel su pueblo. Tomó David otras mujeres en Jerusalén y engendró mas hijos e hijas. Estos son los nombres de los que tuvo en Jerusalén: Sammúa, Sobab, Natán, Salomón, Yibjar, Elisúa, Elpálet, Nógah, Néfeg, Yafía, Elisamá, Baalyadá y Elifélet. Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos en su busca. Lo supo David y les salió al paso. Llegaron los filisteos y se desplegaron por el valle de Refaím. Consultó David a Dios, diciendo: "¿Debo subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?" Yahveh le respondió: "Sube, pues yo los entregaré en tu mano." Y subieron a Baal Perasim, donde David los derrotó. Dijo entonces David: "Dios ha abierto brecha entre mis enemigos por mi mano, como una brecha de aguas." Por eso se llamó a aquel lugar Baal Perasim. Abandonaron allí a sus ídolos, y dijo David: "Arrojadlos al fuego." Otra vez invadieron los filisteos el valle, y David volvió a consultar a Dios, y Dios le contestó: "No subas contra ellos: da un rodeo y atácalos frente a las balsameras. Y cuando oigas el ruido de pasos en la copa de las balsameras, saldrás a la batalla, porque Dios sale delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos." Hizo David como le había mandado Dios, y derrotaron al campamento de los filisteos desde Gabaón hasta Guézer. La fama de David se extendió por todas las regiones, pues Yahveh le hizo temible a todas las naciones.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Cronistas interrumpe aquí la narración del transporte del arca -que durante tres meses permanece en casa de Quiriat Yearín- y narra tres episodios de la vida de David. El primero y el tercero (la construcción de la casa y la victoria sobre los filisteos) se produjeron antes del transporte del arca, mientras que el segundo (el nacimiento de los hijos en Jerusalén), tiene lugar tras la conquista de la ciudad. El autor retoma lo que ya se narra en el segundo libro de Samuel (5,11-25), pero con retoque en los detalles literarios, históricos y teológicos. Su objetivo es mostrar que el Señor está al lado de David en todo lo que hace, ya sea en el ámbito de la construcción, en el familiar o en el militar. La construcción de la casa es un regalo que recibe del rey de Tiro que envió madera de cedro, albañiles y carpinteros. Es un acto de homenaje que hizo comprender a David hasta qué punto lo exaltaba el Señor ante los demás reyes. Con los filisteos la protección de Dios se manifestó en la ayuda recibida por David y que le permitió derrotarles. "Oyeron los filisteos que David había sido ungido rey de todo Israel y subieron todos en su busca" (v. 8). Recordar la unción real de David significa reconocerlo a modo del Mesías, llamado a gobernar el pueblo de Israel. David, mostrando la confianza total en el Señor, pensó en enfrentarse a los filisteos pero no sin haberlo "consultado" antes con Dios. Y lo hizo dos veces que los filisteos intentaban derrotarle invadiendo el valle de Refaín. Cuando el rey vio aquella invasión "consultó a Dios, diciendo: ¿Debo subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? El Señor le respondió: Sube, pues yo los entregaré en tu mano" (vv. 9-10). Tras la derrota los filisteos intentaron un nuevo ataque. Y por segunda vez "David volvió a consultar a Dios". La respuesta no se hizo esperar. Esta vez el Señor sugirió a David incluso la estrategia con la que debía atacar a su enemigo. No se puede afirmar con mayor claridad que Dios guía a su siervo hacia la victoria. "Hizo David -dice el texto- como le había mandado Dios, y derrotaron al campamento de los filisteos desde Gabaón hasta Guézer" (v. 16). La obediencia al Señor dio al rey David la victoria sobre los filisteos e hizo que los demás pueblos lo temieran, como apunta el texto: "El Señor le hizo temible a todas las naciones" (v. 17). La indicación sobre los trece hijos que David engendró en Jerusalén también quiere mostrar la predilección de Dios por su rey. El autor, no obstante, para salvaguardar la gloria de David -que es un pilar de toda la narración de las Crónicas- omite recordar a las concubinas, como, en cambio, se escribe en el segundo libro de Samuel (5,13). Pero una de las principales intenciones de las Crónicas es mostrar la centralidad de David y del Templo para reforzar la identidad de Israel como el único pueblo del Señor.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.