ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 22 de noviembre

Salmo responsorial

Salmo 146 (147, 1-11)

¡Aleluya!
Alabad a Yahveh, que es bueno salmodiar,
a nuestro Dios, que es dulce la alabanza.

Edifica Yahveh a Jerusalén,
congrega a los deportados de Israel;

él sana a los de roto corazón,
y venda sus heridas.

El cuenta el número de estrellas,
y llama a cada una por su nombre;

grande es nuestro Señor, y de gran fuerza,
no tiene medida su saber.

Yahveh sostiene a los humildes,
hasta la tierra abate a los impíos.

Cantad a Yahveh en acción de gracias,
salmodiad a la cítara para nuestro Dios:

El que cubre de nubes los cielos,
el que lluvia a la tierra prepara,
el que hace germinar en los montes la hierba,
y las plantas para usos del hombre,

el que dispensa al ganado su sustento,
a las crías del cuervo cuando chillan.

No le agrada el brío del caballo,
ni se complace en los músculos del hombre.

Se complace Yahveh en los que le temen,
en los que esperan en su amor.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.