ORACIÓN CADA DÍA

Oración del Espíritu Santo
Palabra de dios todos los dias

Oración del Espíritu Santo

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Libretto DEL GIORNO
Oración del Espíritu Santo
Sábado 18 de mayo

Canto

Sonad / Suenen la trompeta en Sión.
Reunid / Reúnan al pueblo por doquier,
convocad / convoquen a los ancianos,
reunid / reúnan a los niños,
es el día del Señor.

Venid / Vengan, gentes todas, de vuestras / sus casas,
reuníos / reúnanse en el día del Señor.
Invocad / Invoquen unidos su santo nombre,
su Espíritu la fuerza os / les dará.

Vuestras / Sus ancianos tendrán sueños,
y los jóvenes visiones verán.
En los afligidos y los prisioneros
mi Espíritu derramaré.

Oh tierra, no temas, alégrate y goza,
el Señor ha hecho grandes cosas;
no temáis / teman, animales de los campos,
que el desierto en prado cambiará.

Hijos de Sión, alegraos / alégrense en Dios,
ya que os / les da la lluvia necesaria,
hace caer el agua, se acaba la sequía,
comeréis / comerán en abundancia y saciedad.

Forjad / Forjen espadas de vuestras / sus azadas,
y lanzas de vuestras / sus podaderas,
hasta el débil diga: «¡Soy guerrero!»,
y el pequeño sea fuerte en el Señor.

Sonad / Suenen la trompeta en Sión.
Reunid / Reúnan al pueblo por doquier,
convocad / convoquen a los ancianos,
reunid / reúnan a los niños,
es el día del Señor.

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.