ORACIÓN CADA DÍA

Domingo de la Santa Familia
Palabra de dios todos los dias

Domingo de la Santa Familia

Domingo de la Sagrada Familia
Recuerdo del santo profeta David. Se le atribuyen algunos salmos. Desde hace siglos, los salmos nutren la oración de los judíos y de los cristianos. Recuerdo de san Tomás Becket, defensor de la justicia y de la dignidad de la Iglesia.
Leer más

Libretto DEL GIORNO
Domingo de la Santa Familia
Domingo 29 de diciembre

Primera Lectura

Sirácida 3,2-6.12-14

Pues el Señor glorifica al padre en los hijos,
y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos,
y en el día de su oración será escuchado. Quien da gloria al padre vivirá largos días,
obedece al Señor quien da sosiego a su madre: Hijo, cuida de tu padre en su vejez,
y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente,
no le desprecies en la plenitud de tu vigor. Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido,
será para ti restauración en lugar de tus pecados.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.