ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

II Domingo después de Navidad Leer más

Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo
Domingo 5 de enero

Primera Lectura

Sirácida 24,1-4.12-16

La sabiduría hace su propio elogio,
en medio de su pueblo, se gloría. En la asamblea del Altísimo abre su boca,
delante de su poder se gloría. «Yo salí de la boca del Altísimo,
y cubrí como niebla la tierra. Yo levanté mi tienda en las alturas,
y mi trono era una columna de nube. He arraigado en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad. Como cedro me he elevado en el Líbano,
como ciprés en el monte del Hermón. Como palmera me he elevado en Engadí,
como plantel de rosas en Jericó,
como gallardo olivo en la llanura,
como plátano me he elevado. Cual cinamomo y aspálato aromático he dado fragancia,
cual mirra exquisita he dado buen olor,
como gálbano y ónice y estacte,
como nube de incienso en la Tienda. Cual terebinto he alargado mis ramas,
y mis ramas son ramas de gloria y de gracia.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.