ORACIÓN CADA DÍA

Epifanía del Señor
Palabra de dios todos los dias

Epifanía del Señor

Epifanía del Señor
Las Iglesias ortodoxas que siguen el calendario gregoriano celebran el Bautismo del Señor en el Jordán y su manifestación (epifanía) al mundo.
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Libretto DEL GIORNO
Epifanía del Señor
Lunes 6 de enero

Salmo responsorial

Salmo 71 (72)

Oh Dios, da al rey tu juicio,
al hijo de rey tu justicia:

que con justicia gobierne a tu pueblo,
con equidad a tus humildes.

Traigan los montes paz al pueblo,
y justicia los collados.

El hará justicia a los humildes del pueblo,
salvará a los hijos de los pobres,
y aplastará al opresor.

Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;

caerá como la lluvia en el retoño,
como el rocío que humedece la tierra.

En sus días florecerá la justicia,
y dilatada paz hasta que no haya luna;

dominará de mar a mar,
desde el Río hasta los confines de la tierra.

Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;

los reyes de Tarsis y las islas
traerán tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba
pagarán impuestos;

todos los reyes se postrarán ante él,
le servirán todas las naciones.

Porque él librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;

se apiadará del débil y del pobre,
el alma de los pobres salvará.

De la opresión, de la violencia, rescatará su alma,
su sangre será preciosa ante sus ojos;

(y mientras viva se le dará el oro de Sabá).
Sin cesar se rogará por él,
todo el día se le bendecirá.

Habrá en la tierra abundancia de trigo,
en la cima de los montes ondeará
como el Líbano al despertar sus frutos y sus flores,
como la hierba de la tierra.

¡Sea su nombre bendito para siempre,
que dure tanto como el sol!
¡En él se bendigan todas las familias de la tierra,
dichoso le llamen todas las naciones!

¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel,
el único que hace maravillas!

¡Bendito sea su nombre glorioso para siempre,
toda la tierra se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.