ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los santos y de los profetas
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los santos y de los profetas
Miércoles 26 de marzo


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Mateo 5,17-19

«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El pasaje de la primera lectura de la misa, extraído del primer discurso de Moisés según el Deuteronomio (4, 1.5-9), pone el acento sobre el cumplimiento de las leyes del Señor “a fin de que viváis... ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los demás pueblos”. Sin embargo todo parte de la escucha de la palabra de Dios: "Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que yo os enseño, para que las pongáis en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra..." La Escritura relaciona de forma muy estrecha la escucha, la observancia de los mandamientos, la vida y la felicidad del hombre. La fe nace de la escucha, como repetirá el apóstol Pablo en la carta a los Romanos (10, 17). Pues bien, en el pasaje evangélico que hemos escuchado Jesús afirma: “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”. Él ha venido por tanto a que se cumplan todas las Escrituras del Antiguo Testamento, de Abrahán a Moisés y los Profetas. ¿Qué significa que viene a dar cumplimiento? Quiere decir que en cada página de la Escritura, podríamos decir en cada “i” (la letra más pequeña del alfabeto judío), hay una referencia a Jesús. El Antiguo Testamento no es abolido ni superado, permanece con su valor inmutable, pero para nosotros cristianos Jesús se convierte en una clave para la interpretación de todas las santas Escrituras, incluso de las del Antiguo Testamento. En efecto, en Jesús la historia de amor de Dios que atraviesa todas las páginas de la Biblia llega a su culminación. Por esto el cumplimiento de la ley es el amor evangélico, ese amor que ha llevado a Jesús hasta la cruz. Se puede incluso decir que el que ama cumple la Ley del Señor. La Biblia debe ser escuchada página a página, precisamente porque contiene la historia de este extraordinario amor de Dios por los hombres. Y cada página debe ser meditada y custodiada con esmero y devoción. Se hace urgente la necesidad de que surja una nueva devoción por este santo Libro que contiene la Palabra de Dios; así como existe la devoción a la Eucaristía, debería también afirmarse esta otra devoción hacia las Santas Escrituras. Es hermoso el ejemplo de San Francisco, que exhortaba a los hermanos a recoger siempre los pedazos de papel caídos al suelo porque podían contener palabras evangélicas. El discípulo, siguiendo al Maestro, debe también acoger en su corazón toda palabra de las Santas Escrituras y llevarla a cumplimiento en la vida de cada día.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.