ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Señor

Festividad de san Carlos Lwanga, que junto a doce compañeros sufrió el martirio en Uganda (1986). Recuerdo del beato Juan XXIII. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor
Martes 3 de junio

Salmo responsorial

Salmo 51 (52)

¿Por qué te glorías del mal,
héroe de infamia?
Todo el día

pensando estás en crímenes,
tu lengua es una afilada navaja,
oh artífice de engaño.

El mal al bien prefieres,
la mentira a la justicia; Pausa.

amas toda palabra de perdición,
oh lengua engañadora.

Por eso Dios te aplastará,
te destruirá por siempre,
te arrancará de tu tienda,
te extirpará de la tierra de los vivos. Pausa.

Los justos lo verán y temerán,
se reirán de él:

¡Ese es el hombre que no puso
en Dios su refugio,
mas en su gran riqueza confiaba,
se jactaba de su crimen!

Mas yo, como un olivo verde
en la Casa de Dios,
en el amor de Dios confío
para siempre jamás.

Te alabaré eternamente
por lo que has hecho;
esperaré en tu nombre, porque es bueno
con los que te aman

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.