ORACIÓN CADA DÍA

Todos los Santos
Palabra de dios todos los dias

Todos los Santos

Recuerdo de todos los santos, cuyos nombres están escritos en el cielo. En comunión con ellos nos dirigimos al Señor reconociéndonos hijos suyos. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Todos los Santos
Sábado 1 de noviembre

Salmo responsorial

Salmo 23 (24)

De Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella,
el orbe y los que en él habitan;

que él lo fundó sobre los mares,
él lo asentó sobre los ríos.

¿Quién subirá al monte de Yahveh?,
¿quién podrá estar en su recinto santo?

El de manos limpias y puro corazón,
el que a la vanidad no lleva su alma,
ni con engaño jura.

El logrará la bendición de Yahveh,
la justicia del Dios de su salvación.

Tal es la raza de los que le buscan,
los que van tras tu rostro, oh Dios de Jacob. Pausa.

¡Puertas, levantad vuestros dinteles,
alzaos, portones antiguos,
para que entre el rey de la gloria!

¿Quién es ese rey de gloria?
Yahveh, el fuerte, el valiente,
Yahveh, valiente en la batalla.

¡Puertas, levantad vuestros dinteles,
alzaos, portones antiguos,
para que entre el rey de la gloria!

¿Quién es ese rey de gloria?
Yahveh Sebaot,
él es el rey de gloria.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.