ORACIÓN CADA DÍA

Oración por la Paz
Palabra de dios todos los dias

Oración por la Paz

Recuerdo de Gigi, niño de Nápoles que murió violentamente. Con él recordamos a todos los niños que sufren o que mueren por la violencia de los hombres. Oración por los niños. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración por la Paz
Lunes 15 de diciembre

Salmo responsorial

Salmo 128 (129)

Mucho me han asediado desde mi juventud,
- que lo diga Israel -

mucho me han asediado desde mi juventud,
pero conmigo no han podido.

Sobre mi espalda araron aradores,
alargaron sus surcos.

Yahveh, el justo ha roto
las coyundas de los impíos.

¡Sean avergonzados, retrocedan
todos los que odian a Sión;

sean como la hierba de los techos
que se seca antes de arrancarla!

De ella no llena el segador su mano
ni su regazo el gavillador;

y no dicen tampoco los que pasan:
¡Bendición de Yahveh sobre vosotros!
Nosotros os bendecimos en el nombre de Yahveh.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.