ORACIÓN CADA DÍA

Oración por los enfermos
Palabra de dios todos los dias

Oración por los enfermos

Recuerdo de Shabbaz Bhatti, Ministro para las Minorías en Pakistán, cristiano, asesinado por los terroristas por su compromiso en la búsqueda de la paz y del diálogo. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración por los enfermos
Lunes 2 de marzo

Salmo 40 (41)

¡Dichoso el que cuida del débil y del pobre!
En día de desgracia le libera Yahveh;

Yahveh le guarda, vida y dicha en la tierra le depara,
y no le abandona a la saña de sus enemigos;

le sostiene Yahveh en su lecho de dolor;
tú rehaces entera la postración en que se sume.

"Yo he dicho: ""Tenme piedad, Yahveh,
sana mi alma, pues contra ti he pecado!"" "

"Mis enemigos hablan mal contra mí:
""¿Cuándo se morirá y se perderá su nombre?"" "

Si alguien viene a verme, habla de cosas fútiles,
el corazón repleto de maldad, va a murmurar afuera.

A una cuchichean contra mí todos los que me odian,
me achacan la desgracia que me aqueja:

Cosa de infierno ha caído sobre él,
ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.

Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba,
el que mi pan comía, levanta contra mí su calcañar.

Mas tú, Yahveh, tenme piedad,
levántame y les daré su merecido;

en esto sabré que tú eres mi amigo:
si mi enemigo no lanza más su grito contra mí;

y a mí me mantendrás en mi inocencia,
y ante tu faz me admitirás por siempre.

¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel,
desde siempre hasta siempre!
¡Amén! ¡Amén!

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.