ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de los pobres
Palabra de dios todos los dias
Libretto DEL GIORNO
Memoria de los pobres
Lunes 23 de noviembre

Salmo responsorial

Psaume 107 (108)

A punto está mi corazón, oh Dios,
- voy a cantar, voy a salmodiar -
¡anda, gloria mía!

¡despertad, arpa y cítara!
¡a la aurora he de despertar!

Te alabaré entre los pueblos, Yahveh,
te salmodiaré entre las gentes,

porque tu amor es grande hasta los cielos,
tu lealtad hasta las nubes.

¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos,
sobre toda la tierra, tu gloria!

Para que tus amados salgan libres,
¡salva con tu diestra, respóndenos!

Ha hablado Dios en su santuario:
"Ya exulto, voy a repartir a Siquem,
a medir el valle de Sukkot.

Mío es Galaad, mío Manasés,
Efraím, yelmo de mi cabeza,
Judá mi cetro.

Moab, la vasija en que me lavo.
Sobre Edom tiro mi sandalia,
contra Filistea lanzo el grito de guerra."""

¿Quién me conducirá hasta la plaza fuerte,
quién me guiará hasta Edom?

¿No eres tú, oh Dios, que nos has rechazado
y ya no sales, oh Dios, con nuestras tropas?

¡Danos ayuda contra el adversario,
que es vano el socorro del hombre!

¡Con Dios hemos de hacer proezas,
y él hollará a nuestros adversarios!

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.