ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Iglesia

En Israel es el día de la Memoria de la Shoah, cuando se recuerda el exterminio del pueblo judío por obra de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia
Jueves 5 de mayo

En Israel es el día de la Memoria de la Shoah, cuando se recuerda el exterminio del pueblo judío por obra de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 18,1-8

Después de esto marchó de Atenas y llegó a Corinto. Se encontró con un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer Priscila, por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma; se llegó a ellos y como era del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. El oficio de ellos era fabricar tiendas. Cada sábado en la sinagoga discutía, y se esforzaba por convencer a judíos y griegos. Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los judíos de que el Cristo era Jesús. Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les dijo: «Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.» Entonces se retiró de allí y entró en casa de un tal Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba contigua a la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y otros muchos corintios al oír a Pablo creyeron y recibieron el bautismo.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Estamos en el año 42 y Pablo, ciertamente turbado por la experiencia de Atenas no piensa sin embargo que los griegos estén tan alejados de Dios y tan satisfechos de sí mismos como para ser impermeables al Evangelio. Deja la capital y se dirige hacia Corinto, a unos 60 kilómetros de distancia de Atenas, otra ciudad griega cosmopolita y famosa por el comercio y por los juegos ístmicos que allí se celebraban además de por la relajación de las costumbres. Una vez que entra en la ciudad, Pablo se dirige directamente hacia los populosos barrios del puerto donde encuentra a Áquila y Priscila, un matrimonio de judíos-cristianos expulsados de Roma por un edicto del emperador Claudio contra los judíos. La administración romana no hacía distinción entre los dos grupos, los judíos convertidos al cristianismo y los otros judíos. Pablo se aloja con esta familia y trabaja con ella para ganarse el pan. El sábado, como de costumbre, va a la sinagoga para explicar a todos que Jesús es el Mesías. Es significativa la observación del autor de los Hechos sobre la acción de Pablo: "Se dedicó enteramente a la palabra". Es una indicación que debería interrogar a las comunidades cristianas de hoy para redescubrir la urgencia de comunicar de nuevo el Evangelio. La perspectiva misionera, tanto dentro de Occidente como más allá de sus fronteras, debe encontrar el primado en la vida de los creyentes y de la Iglesia, como lo tuvo en tiempos de Pablo. En efecto, con demasiada frecuencia uno se gasta solo en el interior de las propias realidades eclesiales. Con mucha mayor energía debemos sentir la preocupación por comunicar el Evangelio a quien aún no lo ha acogido. Esta era la urgencia de Pablo que se dedicaba enteramente a la Palabra; y los frutos no faltaron; Crispo, jefe de la sinagoga, también se convirtió; y Corinto vio nacer una numerosa comunidad formada en gran parte por comerciantes, marineros, esclavos y libertos; se podría decir una comunidad de gente del puerto: un grupo muy vivaz, dinámico y, al mismo tiempo, complejo y con no pocos problemas de convivencia. En cualquier caso, aquella comunidad era un signo de esperanza no solo para aquella gente del puerto sino para toda la ciudad de Corinto. Es lo que se pide a nuestras comunidades, a menudo minoritarias dentro de nuestras ciudades complejas y pluralistas: ser casas de paz y de amor que humanizan toda la ciudad.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.