ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

XXIII del tiempo ordinario
Recuerdo de Moisés. Tras ser llamado por el Señor, liberó al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y lo guió hacia la "tierra prometida".
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Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo
Domingo 4 de septiembre

Primera Lectura

Sabiduría 9,13-18

¿Qué hombre, en efecto, podrá conocer la voluntad de Dios?
¿Quién hacerse idea de lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son tímidos
e inseguras nuestras ideas, pues un cuerpo corruptible agobia el alma
y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de
preocupaciones. Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra
y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance;
¿quién, entonces, ha rastreado lo que está en los
cielos? Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría
y no le hubieses enviado de lo alto tu espíritu santo?
Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra,
así aprendieron los hombres lo que a ti te agrada
y gracias a la Sabiduría se salvaron.»

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.