ORACIÓN CADA DÍA

Liturgia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Liturgia del domingo

XVI del tiempo ordinario
Recuerdo de los santos Antonio y Teodosio, fundadores de la laura de las cuevas de Kiev (+1073) y padres del monaquismo ruso y ucraniano. Recuerdo de los cristianos de Ucrania y de Rusia.
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Libretto DEL GIORNO
Liturgia del domingo
Domingo 23 de julio

Primera Lectura

Sabiduría 12,13.16-19

Pues fuera de ti no hay un Dios que de todas las cosas cuide,
a quien tengas que dar cuenta de la justicia de tus
juicios; Tu fuerza es el principio de tu justicia
y tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente
con todos ellos Ostentas tu fuerza a los que no creen en la plenitud de tu poder,
y confundes la audacia de los que la conocen. Dueño de tu fuerza, juzgas con moderación
y nos gobiernas con mucha indulgencia
porque, con sólo quererlo, lo puedes todo. Obrando así enseñaste a tu pueblo
que el justo debe ser amigo del hombre,
y diste a tus hijos la buena esperanza
de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.