ORACIÓN CADA DÍA

Oración por la Paz
Palabra de dios todos los dias

Oración por la Paz

En la Basílica de Santa María de Trastévere se reza por la paz
Fiesta del Cristo negro de Esquipulas, en Guatemala, venerado en toda América Central.
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Libretto DEL GIORNO
Oración por la Paz
Lunes 15 de enero

En la Basílica de Santa María de Trastévere se reza por la paz
Fiesta del Cristo negro de Esquipulas, en Guatemala, venerado en toda América Central.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Marcos 2,18-22

Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día. Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos nuevos.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El evangelista habla de los discípulos del Bautista y de los fariseos, quienes, como siempre le sucede a quien se considera justo, se sintieron autorizados para dirigirse a Jesús y pedirle explicaciones de por qué sus discípulos no practicaban el ayuno que, aun no siendo obligatorio, elevaba el espíritu. En realidad, su crítica se dirigía más al maestro que a los discípulos. Con un lenguaje parabólico, Jesús responde que no son las prácticas exteriores las que purifican el corazón y limpian la vida de los hombres. Es puro quien acoge al Mesías como se acoge al esposo. Obviamente, Jesús quería dar a entender que él era el esposo que estaba llegando. Y cuando los amigos le esperan para la fiesta, no pueden ayunar. Sería inapropiado hacia el novio, que espera ser acogido por amigos que hacen con fiesta, y no con ayunos y penitencia. Jesús advierte que en cualquier caso también llegarán tiempos difíciles para los amigos del novio, sobre todo cuando el novio les sea arrebatado. Desde entonces Jesús preanuncia, si bien de forma velada, su pasión y su muerte. Entonces será cuando vendrán los momentos del ayuno, o mejor dicho, del sufrimiento. Efectivamente, así ha sucedido desde el inicio hasta nuestros días, con la larga serie de discípulos que han sido perseguidos por su fe y han resistido hasta la efusión de la sangre. Con dos imágenes Jesús aclara que el espíritu del discipulado no se corresponde con la rigidez formal de las prácticas religiosas o ascéticas que no cambian el corazón. El vestido viejo y los pellejos viejos son una religiosidad exterior que no cambia ni el corazón ni los comportamientos. Es el Evangelio lo que hace nuevos, no las prácticas exteriores. ¡Cuántos errores se cometen confiando la vida a la exterioridad! El Evangelio es el vino nuevo que hace nuevos los corazones que lo reciben. El corazón de quien está lleno de sí y de sus obras es como un odre viejo incapaz de acoger la novedad evangélica. Y el paño nuevo del que habla Jesús es el manto tejido con los hilos del amor que no tiene nada que ver con la pieza vieja y desgastada de nuestro egocentrismo. Los discípulos han comprendido que la salvación no está en gloriarse de las propias obras, aunque sean buenas como el ayuno, sino en amar a Jesús por encima de cualquier cosa, como la esposa ama a su esposo.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.