La Comunidad de Sant’Egidio manifiesta su satisfacción por la concesión del Nobel por la Paz al Cuarteto por el diálogo nacional tunecino. Se trata de un mensaje de esperanza para una zona, como el norte de África y Oriente Medio, donde están en curso guerras y conflictos que preocupan a todo el mundo, e indica un camino de paz a seguir.
Las esperanzas que nacieron con las primaveras árabes pueden transformarse en un camino distinto hacia la democracia solo a través de un encuentro entre los diferentes componentes de un país y nunca con conflictos de los que es muy difícil salir y por los que se instrumentaliza la pertenencia étnica o religiosa.
El diálogo es el único camino posible como solución de los problemas. La historia reciente de Túnez –con la aprobación de una Constitución que tiene aspectos fuertemente innovadores para la sociedad– da muestra, además, de que es necesario no dejar nunca solos a los países que optan por la paz y la democracia, entre miles de dificultades. Igualmente, tampoco hay que dejar solos a los países que son víctimas de las guerras y de la violencia. Estos, por el contrario, deben sentir la cercanía de la comunidad internacional y el aliento de todo movimiento en la dirección de una solución de los conflictos. La ausencia de iniciativas de paz, que son siempre necesarias incluso en las situaciones más difíciles, es como una condena para países enteros. No hay más que pensar en Siria y en Alepo, ciudad que tiene un pasado de convivencia secular y que está a punto de morir ante los ojos de todos.