Conocemos de hecho que en el Evangelio hay una fuerza y una ternura capaz de vencer lo que crea infelicidad y violencia. Sí, en el Evangelio está la salvación que colma las necesidades más profundas del hombre. De esta salvación --obra de la misericordia de Dios y su gracia-- como Iglesia somos signo e instrumento, sacramento vivo y eficaz (cfr Esort. ap. Evangelii gaudium, 112). Si así no fuese, nuestro edificio sería solamente un castillo de cartas y los pastores se reducirían a ser clérigos de estado, sobre cuyos labios el pueblo buscaría en vano la fescura y el 'perfume del Evangelio'. (Ibid., 39).
Vigilia de oración en la plaza de San Pedro por sínodo de la familia |