AJN.- (Palabras pronunciadas la Catedral porteña) Se nos ha revelado en la ley de Moisés, en el quinto de sus libros Devarim (Deuteronomio): “Justicia, Justicia perseguirás para que vivas”. Enseñan nuestros maestros que la repetición de la palabra justicia hace mención a dos dimensiones de la misma, que en nuestra finitud humana no siempre logramos aceptar ni asumir.

La primera de ellas se refiere a la justicia divina, y frente a ella no tenemos otra posibilidad, desde lo humano, que su aceptación; y por eso decimos “la justificación de la justicia divina”. Justificarla no con la razón, no necesariamente con la argumentación, sino de la humildad de nuestra finitud, de aquello que no podemos necesariamente decir ni mucho menos explicar.

Es por eso que esta primer justicia, que nosotros no podemos modificar aunque quisiéramos requiere el consuelo del desconsuelo de lo que nos es arrancado sin anticipación y sin razón.

Frente a ella nuestro abrazo amoroso y solidario a los familiares de las víctimas que hoy nos convocan, como así también nos convocan sus benditas memorias, para que sean en su ausencia también una presencia y aún cómo pasa el tiempo, como los años no serán las efemérides sino nuestro compromiso de transformarnos en sus propios templos, para que nuestra propia luz ilumine la noche obscura de la tragedia, del asesinato en la calle Pasteur que hoy conmemoramos. Pero frente al cual renovamos no solamente nuestra esperanza, sino nuestro amor por aquellos que partieron pero que también viven en nosotros.

La segunda acepción de la justicia ya no es divina sino que es terrenal y concreta y es por ello que el versículo dice “justicia perseguirás”, porque no nos es dada de por sí la justicia. La justicia terrenal y humana es imperfecta, es cierto. Sin embargo es nuestra posibilidad de hacer aquí, en la tierra algo del cielo cuando la justicia no la esperamos sino que la buscamos, la trabajamos y la instituimos.

La justicia no es un anhelo, es un valor. Pero no es un valor que se enuncia sino una virtud que se sostiene cuando se instituye. Es por eso que no solamente de nuestra confesión sino de esta sociedad que quiere vivir en comunidad, instituimos justicia como uno de los pilares de nuestra Nación.

Pero como tantas veces se ha dicho en este mismo recinto sagrado, la Patria es un don, pero la Nación es una tarea, y es por eso que le debemos, veinte años después, a las víctimas, a los familiares y a nosotros justicia, que debemos pacíficamente, humildemente, cotidianamente perseguir porque no la tenemos.

No es una justicia que busca ajustar cuentas y venganza. La venganza y el rencor no nos pacifican. En la división no solamente nos desunimos, sino que dividimos en lugar de multiplicar.

Esta justicia, que es institución nos convoca a todos los argentinos como hermanos que somos y como en este anochecer juntos rezamos las tradiciones del patriarca Abraham para anunciar no solamente que D`s es uno y todos sus hijos por igual, sino que somos fraternalmente hermanos.

Sin embargo en nuestra ciudad nuevamente Caín mató a Abel y su sangre derramada clama, para que nosotros respondamos que somos guardianes de nuestros hermanos.

Sólo en la ley somos libres; sólo en la fraternidad descubrimos que somos guardianes de nuestros hermanos y sólo en la equidad somos justos.

Es por eso que hoy nos reunimos, no sólo para elevar nuestra oración al cielo, no sólo para el abrazo que de consuelo, sino para trabajar y caminar juntos por el mismo camino, donde nos tenemos que encontrar celebrando nuestras diferencias, firmemente unidos.

Para que haya paz hace falta la verdad, no medias verdades que son mentira, sino verdades completas que nos debemos, que les debemos para que la paz que trae la verdad se arraigue en la justicia.

Por eso proclamamos nuestra oración a la bendita memoria de quienes hoy diciendo como acostumbramos Itgadal veitcadash Sheme raba, enaltecido y engrandecido y glorificado y santificado sea tu Nombre, no sólo en el cielo sino entre nosotros como hermanos.

La bendita memoria de las víctimas que hoy recordamos todos, deudos por ser argentinos. Que podamos encontrar consuelo solo en la justicia que hoy reclamamos y por la que todos los días trabajamos.

Que sean sus almas unidas a los lazos indisolubles de la vida eterna.