Cerca de cuarenta personas entre niños, jóvenes y adultos, esperaban ansiosas la tarde del domingo último, la llegada del “padrecito” que bendeciría la Casa de San Egidio, en Guayaquil.

Pasadas las 13:30, el vicario general de la Arquidiócesis de Guayaquil, monseñor Rómulo Aguilar, con indumentaria de hombre - clérigo, hizo su arribo al sitio ubicado en la décima etapa de la ciudadela Alborada.

Luego de la bienvenida a los presentes a cargo de Álex Jácome, uno de los coordinadores de la ceremonia, quien dijo que “esto (bendición casa) es producto del sueño de tener espacio propio...

Nacimos de la sencillez. Nos reuníamos en casas de algunos de nosotros para llevar la Palabra de Dios”, intervino el padre Aguilar entonando: “Juntos como hermanos, miembros de la Iglesia...”.

Tras indicar que durante la visita del papa Juan Pablo II a Guayaquil (1985), este dijo que “nadie esté tranquilo en el Ecuador mientras haya niños sin escuelas”... y que “es necesario compartir y ser generosos”, el sacerdote recorrió las instalaciones de la vivienda llevando una copa en sus manos, la cual contenía agua bendita.

Previo citar “quiero bendecir esta casa con todo cariño”, el Vicario esparció el agua sobre las paredes de la sede. Luego los presentes aplaudieron al eclesiástico, porque el sitio quedó consagrado a Dios.

Al término de la paraliturgia, Evelyn Vélez, Álex Jácome, Carolina Aragundi, Amelia Sáenz y Sandy Avilés, coordinadores de la comunidad de San Egidio, en el Puerto Principal, explicaron que la finalidad de la obra es proporcionar, a través de la ‘Escuela de la paz’, ayuda a 30 niños de escasos recursos de la ciudad, inherente a valores, respeto, literatura, interacción, juegos y también apoyo en las tareas encomendadas por los maestros.

Paralelamente, la comunidad de San Egidio, al frente de la cual se encuentran cerca de 40 personas, entre jóvenes, estudiantes universitarios y profesionales de las ciudadelas Alborada, Sauces y del sur de la urbe, mantiene por “autogestión” el programa denominado ‘Los amigos de la calle’.

La misión consiste, dice Evelyn Vélez, en impartir -los domingos- desayuno a quienes piden caridad afuera de las iglesias, San Francisco, la Merced y la Catedral, sean vagabundos o discapacitados a los que se les proporciona pan, galletas, leche, jugo, pero también calor humano, pues la amistad con los pobres, conforme cita un tríptico difundido por ellos, es que “nadie es tan pequeño o débil como para no poder ayudar a otros pobres”.

Para diciembre del presente año se han trazado una meta: proporcionar una comida a los pobres y conseguir 350 canastas navideñas. Al momento laboran en el envío de cartas a empresas, a través de las cuales solicitan donaciones que contribuyan a la celebración próxima de las fiestas de Navidad con los necesitados, de manera digna.

Los jóvenes y profesionales de la obra dijeron que además de conseguir donantes, el objetivo del grupo es hacer un llamado a otros jóvenes y adultos de buena voluntad, que quieran ser parte de la comunidad, “para que ayuden”, dijo Evelyn Vélez, con su tiempo y dedicación “en los diferentes servicios que realizamos”.

4 décadas en el mundo y en Ecuador desde el 2004
La comunidad de San Egidio fue creada en Roma en 1968, por Andrea Riccardi, joven de aproximadamente 20 años que en su inicio reunió a estudiantes de enseñanza media con quienes puso en práctica el Evangelio. Hoy es un movimiento de laicos al que pertenecen más de 50 mil personas, empeñadas en comunicar la Palabra de Dios y la caridad en Roma, Italia y 72 países a nivel mundial: África 29, Europa 23, Norteamérica 8, Asia 7, Sudamérica 5 (incluido Ecuador), cuyas comunidades comparten la misma espiritualidad que caracteriza el camino de San Egidio, ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII, a quien se atribuyen numerosos milagros, curaciones y conversión de pecadores, el cual encauzó la oración, comunicación del Evangelio, solidaridad con los pobres, ecumenismo y diálogo entre religiones.