Una iniciativa ecuménica lleva refugiados a Roma y los recibe un ministro

Italia ofreció ayer dos imágenes contrapuestas sobre la crisis de los migrantes y refugiados. Mientras más de 4.000 personas –junto con 17 cadáveres– llegaban a diversos puertos de Sicilia, Apulia y Campania después de su odisea en el mar, en el aeropuerto romano de Fiumicino aterrizaban 75 refugiados sirios, de modo totalmente legal, y recibían la bienvenida del ministro de Asuntos Exteriores, Paolo Gentiloni.

Quienes desembarcaron en Nápoles, Palermo, Messina, Augusta, Taranto y otros puertos del sur de Italia formaban parte de las más de 6.500 personas salvadas durante los últimos días en multitud de operaciones coordinadas por la Guardia Costera italiana. Con ellos se superó el umbral de 153.000 migrantes y refugiados que por estas fechas, en el 2014, habían llegado a Italia y que constituyeron un récord absoluto. Si todo sigue así, al término del 2016 habrán sido más de 170.000, el número alcanzado hace dos años.

Más de un millar de personas fueron trasladadas a Palermo a bordo del remolcador de bandera noruega Siem Pilot. La nave lle­vaba también 17 cadáveres, entre los cuales algunos niños. Según el médico forense que los examinó, algunas de las víctimas podrían haber sido pisoteadas o salvajemente golpeadas por los traficantes durante el traslado a las playas o en el momento de embarcar. Algunos cuerpos presentaban heridas propias de golpes y de armas de fuego. La violencia es frecuente en unas operaciones que deben realizarse con rapidez y en las que a veces los migrantes quieren volverse atrás al ver la precariedad de las embarcaciones y la manera en que deben realizar la travesía.

Un equipo de la fiscalía de Palermo, encabezado por el procurador adjunto Maurizio Scalia –un veterano en la lucha contra los traficantes de personas–, investiga las últimas muertes. Ha tomado declaración al comandante del Siem Pilot y al oficial de enlace. En total, han sido 26 las personas rescatadas sin vida en los últimos días en las embarcaciones a las que se prestó ayuda.

Estas masivas acciones de salvamento son posibles porque participan auténticas flotas internacionales de los dispositivos de la Unión Europea y también naves de oenegés.

Un rostro diferente de este drama lo dio el aeropuerto de Fiumicino. Allí aterrizaron, procedentes de Beirut, 75 refugiados sirios participantes en el programa Corredores Humanitarios que han organizado la Comunidad de San Egidio, por parte de la Iglesia católica, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia y la Mesa Valdesa (una iglesia autóctona protestante, de larga tradición, en el norte del país). Se trata de una iniciativa ecuménica negociada con el Gobierno de Roma. Sus promotores se encargan de atender a estas personas y distribuirlas en sus parroquias.

El ministro Gentiloni se desplazó al aeropuerto para poner de manifesto el esfuerzo de acogida que hace la sociedad italiana. “Italia hace su parte de manera civilizada, pero naturalmente no lo podemos hacer solos –dijo Gentiloni–. Debe ser muy claro que esto es también un mensaje a Europa”. “Puede haber una inmigración diferente –continuó el ministro–, que acabe con el tráfico de los esclavistas. Se debe trabajar por la acogida y por el socorro en el mar, pero es insuficiente que un solo país sea civilizado”.

El programa Corredores Humanitarios prevé la llegada, durante dos años, de un millar de refugiados sirios, procedentes de Beirut, de subsaharianos que ahora están en Marruecos y de ­somalíes, eritreos y sudaneses que hoy se encuentran en Etiopía. Una vez en Italia, estas personas reciben una atención muy es­pecial, con cursos de lengua y escolarización inmediata para los menores, con el objetivo de que se integren lo mejor posible en el tejido cultural y social italiano.


[ EUSEBIO VAL ]