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Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Vigilia del domingo

Recuerdo de Martin Luther King, asesinado en 1968 en Memphis en Estados Unidos. Con él recordamos a todos los que tienen hambre y sed de justicia Leer más

Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 4 de abril

Recuerdo de Martin Luther King, asesinado en 1968 en Memphis en Estados Unidos. Con él recordamos a todos los que tienen hambre y sed de justicia


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Ezequiel 37,21-28

y diles: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo recojo a los hijos de Israel de entre las naciones a las que marcharon. Los congregaré de todas partes para conducirlos a su suelo. Haré de ellos una sola nación en esta tierra, en los montes de Israel, y un solo rey será el rey de todos ellos; no volverán a formar dos naciones, ni volverán a estar divididos en dos reinos. No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con todos sus crímenes. Los salvaré de las infidelidades por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, donde habitaron vuestros padres. Allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para siempre, y mi siervo David será su príncipe eternamente. Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre. Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en medio de ellos para siempre.

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Estamos a las puertas de la semana santa y la liturgia nos hace escuchar este pasaje del profeta Ezequiel en la primera lectura de la Misa. Con él, el profeta quiere volver a encender el sueño de la libertad en el pueblo de Israel anunciando la liberación cercana. Como ya sabemos, él desarrolla su misión en Babilonia entre los judíos en el exilio. Decide describir a los israelitas la visión de lo que sucederá en el futuro gracias al Señor. El profeta Ezequiel acaba de narrar la visión extraordinaria de los huesos secos que por obra del Espíritu se vuelven a juntar y reviven, como para destacar que incluso en las condiciones más dramáticas el Señor puede hacer renacer una nueva vida. Lo cierto es que el pueblo, al alejarse del Señor, experimenta la amargura de la deportación y del exilio, pero una vez que ha entendido que sin el Señor permanece entre los pueblos más pequeños de la tierra a merced de los pueblos poderosos, Israel siente la necesidad de regresar al Señor. Una vez más el Señor toma la iniciativa e interviene para liberar a su pueblo de la esclavitud. Enviará a su siervo David para que sea el único pastor: "Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica". Al escuchar estas palabras en la vigilia de la semana de la pasión, no podemos dejar de ver al mismo Jesús como el único pastor, a quien mañana acompañaremos mientras entra en la ciudad santa. Él es el pastor que reúne las ovejas, que las conduce a verdes praderas y que establece para siempre una alianza nueva y eterna entre el Padre de los cielos y el pueblo de los discípulos que ha reunido y que seguirá reuniendo durante siglos.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.