ORACIÓN CADA DÍA

Oración por los enfermos
Palabra de dios todos los dias

Oración por los enfermos

En la Basílica de Santa María de Trastevere de Roma se reza por los enfermos. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración por los enfermos
Lunes 6 de julio

En la Basílica de Santa María de Trastevere de Roma se reza por los enfermos.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Oseas 2,16.17-18.21-22

Por eso yo voy a seducirla;
la llevaré al desierto
y hablaré a su corazón. Allí le daré sus viñas,
el valle de Akor lo haré puerta de esperanza;
y ella responderá allí como en los días de su
juventud,
como el día en que subía del país de Egipto. Y sucederá aquel día - oráculo de Yahveh -
que ella me llamará: "Marido mío",
y no me llamará más: "Baal mío." Yo te desposaré conmigo para siempre;
te desposaré conmigo en justicia y en derecho
en amor y en compasión, te desposaré conmigo en fidelidad,
y tú conocerás a Yahveh.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Esta semana nos acompañan algunas páginas del libro del profeta Oseas, un profeta que canta con especial fuerza la misericordia de Dios. Los primeros tres capítulos, de los que forma parte el pasaje que hemos escuchado, revelan la historia familiar del profeta. Está casado con Gómer, una mujer que continúa ejerciendo la prostitución. A pesar de ello, Dios obliga al profeta a tenerla por esposa. En ella vemos representado a Israel, que continúa traicionando la alianza con el Señor. El Señor le pide a Oseas que la tenga por esposa para poder demostrar el amor que tiene por Israel a pesar de su traición. En este pasaje vemos la fuerza del amor de Dios que, a pesar de ser traicionado por su pueblo, continúa cortejándolo hasta lograr reconducirlo a la alianza. Dios se lo había dado todo a Israel: la tierra con sus bienes ("mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas"), pero Israel continuaba siguiendo a los ídolos, que se habían convertido como en amantes a los que daba su corazón. La palabra del profeta acusa al pueblo de haberse alejado de Dios y de su amor. Pero el Señor no se rinde ni ante la desmemoria de su pueblo ni ante sus traiciones. Hace de todo para recuperar el corazón de su pueblo: acusa, habla, intenta impedir que vaya hacia los ídolos y quita lo que le ha concedido. Pero todo parece inútil frente al orgullo que hace que el pueblo de Israel se sienta seguro y autosuficiente. Hasta que lo lleva al desierto. Y allí, en el lugar de la privación y de la muerte, Dios habla al corazón de su pueblo y hace que descubra la fuerza y la dulzura del amor con el que es amado.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.