ORACIÓN CADA DÍA

Oración con los santos
Palabra de dios todos los dias

Oración con los santos

Fiesta de san Egidio (+720), monje de Oriente que viajó a Occidente. Vivió en Francia y se convirtió en padre de muchos monjes. La Comunidad de Sant'Egidio debe su nombre a la iglesia de Roma dedicada al santo. Se recuerda hoy también el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Oración por el fin de todas las guerras. La Iglesia ortodoxa empieza el año litúrgico. Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Oración con los santos
Jueves 1 de septiembre

Fiesta de san Egidio (+720), monje de Oriente que viajó a Occidente. Vivió en Francia y se convirtió en padre de muchos monjes. La Comunidad de Sant'Egidio debe su nombre a la iglesia de Roma dedicada al santo. Se recuerda hoy también el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Oración por el fin de todas las guerras. La Iglesia ortodoxa empieza el año litúrgico. Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes son una estirpe elegida,
un sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido por Dios
para proclamar sus maravillas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 5,1-11

Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.» Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ustedes serán santos
porque yo soy santo, dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hoy recordamos a san Egidio, un antiguo monje que dejó su Grecia natal y se estableció en el sur de Francia. Esa es una señal que hoy -día en el que la Iglesia ortodoxa empieza su año litúrgico- queremos aprovechar para orar por la unidad de la Iglesia. El santo monje Egidio nos recuerda la primacía de Dios que debe brillar en la vida de todos los discípulos. Él la vivió y no se quedó solo. Se convirtió en padre de una comunidad de hijos y en defensor de los débiles, como recuerda su mano, en la que se ve clavada la flecha con la que el rey quería matar a una cierva. El lugar de su muerte, en el camino de Santiago, hizo que su recuerdo se difundiera por todos los rincones de Europa. Y su nombre ha sido invocado durante siglos para la curación del mal, de muchos tipos de males. La Comunidad de Sant'Egidio, que custodia la pequeña iglesia dedicada al santo situada en el centro del barrio romano de Trastevere, le debe el nombre. En 1973 fue la primera casa de la Comunidad y aún hoy es su corazón. En ella se conserva el icono del Rostro Santo que acompaña a todas las comunidades del mundo. En estos años, incluso en los momentos más críticos de la pandemia, la iglesia de Sant'Egidio y la oración de la Comunidad han protegido la vida de muchos pobres, y mucha gente ha podido conocer el Evangelio. Es como si se hubiera renovado aquella pesca milagrosa de la que habla el evangelista Lucas. Cuando los hombres y las mujeres echan las redes sobre la palabra del Evangelio su vida se ve atraída por el amor. Siguiendo a Jesús, junto a san Egidio, renovamos nuestra vocación de ser pescadores de hombres en el mar de la vida y del mundo.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.