ORACIÓN CADA DÍA

Oración por la Paz
Palabra de dios todos los dias

Oración por la Paz

En la Basílica de Santa María de Trastevere se reza por la paz.
Fiesta de san José, esposo de María, que en la humildad "tomó consigo al niño".
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Libretto DEL GIORNO
Oración por la Paz
Lunes 20 de marzo

En la Basílica de Santa María de Trastevere se reza por la paz.
Fiesta de san José, esposo de María, que en la humildad "tomó consigo al niño".


Lectura de la Palabra de Dios

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Mateo 1,16.18-21

y Jacob engendró a José, el esposo de María,
de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»

 

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Gloria a ti, oh Señor, sea gloria a ti

Hoy se celebra la fiesta de José, el esposo de María. Es una figura silenciosa e importante del comienzo del Evangelio. Su historia está guiada por sueños, y su grandeza está en hacer suyo el sueño de Dios sobre el futuro de nuestra humanidad. La Palabra de Dios interpreta los sueños de los hombres, y el de José, como el de tantos hombres y mujeres, es el de tener una familia, no quedarse solo. Es también el sueño de muchas familias que escapan de la guerra buscando un futuro de paz. ¡Cuántos sueños parecen irrealizables porque siempre hay una ley que parece decir que no es posible! Así fue también para José, hombre justo pero que pensaba repudiar a María en secreto porque la ley condenaba a las mujeres que se quedaban embarazadas antes del matrimonio. Una ley fría que no sabe interpretar los sueños de los hombres. Por eso Dios manda a su ángel para que José vuelva a soñar: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". De ese modo José toma consigo a María y a su hijo. Es una bonita expresión la de "tomar consigo". "No estás solo, yo te tomo conmigo". El amor verdadero es el que se comparte con los demás: José hace espacio en su corazón para María y el niño que está por llegar. "No temas", le había dicho el ángel. Nosotros a menudo tenemos miedo de asumir nuestras responsabilidades, de cuidar a los demás. El Evangelio libera del miedo y ayuda a hacer nuestro el sueño de Dios para el mundo. Y por amor todos podemos cambiar. Que así sea también para nosotros: tomemos con nosotros al Señor que nace como un niño, para que cambie nuestro corazón, lo ensanche, lo haga más acogedor y disponible para que aprendamos a amar como él nos ha amado.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.