Día Mundial contra la Pena de Muerte: historias de vida nos dicen que es posible derrotarla

La abolición de la Pena de Muerte es un largo camino, pero no imposible.
En los últimos meses dos historias han confirmado que cuando muchas voces se unen, pueden hacer mella en muros que parecen infranqueables, demostrando así que la pena de muerte se puede derrotar.
La primera es la de Dexter Johnson, condenado a muerte en Texas. Miles de llamamientos provenientes de todo el mundo llegaron en su favor. La ejecución fue suspendida dos veces en cuatro meses. Su vida todavía corre peligro, pero hay motivos de esperanza.
En cuanto recibió la noticia de la suspensión, Dexter escribió a Federica, su amiga por carta de Sant’Egidio, con quien se escribe desde 2008: "Quiero darte las gracias a ti y a todos los que se han acordado de mí en sus oraciones. Para mí eso significa mucho: saber que muchas personas, de muchas maneras, en Italia se han preocupado por mí. Sinceramente, eso reconforta mi corazón. Este mes rezo para que esta carta mía no sea la última. Yo creo que Dios ha intervenido y me ha permitido vivir, por eso estoy tan contento, porque podré continuar escribiéndote los próximos meses, y podré continuar dándote buenas noticias".

La segunda historia es la de Randy Halprin, cuya ejecución estaba fijada precisamente para el 10 de octubre, Día Mundial contra la pena de muerte. Gracias al compromiso de muchos, el 4 de octubre el Tribunal de Apelación de Texas decidió suspender la ejecución de la condena a causa de la discriminación étnico-religiosa sufrida por Randy Halprin, de origen judío.
Alessia y Arturo, una pareja que gracias a la Comunidad empezó a escribirse con Halprin, describen así su relación: "Randy nos abrió su corazón y empezamos a conocerlo como 'persona' y en aquel preciso momento entendimos que nunca lo abandonaríamos...". Y no lo han hecho. De hecho, han logrado que muchas personas más conozcan a esta "persona".

Son dos historias significativas, dos relaciones de amistad preciosas, que demuestran la urgencia de una lucha global, en la que todos participen para lograr una forma más alta y civilizada de justicia, capaz de renunciar definitivamente a la pena capital.

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