Recordamos a Dominique Green, joven afroamericano ajusticiado en 2004. Su amistad fue el inicio de nuestro trabajo por la abolición de la pena de muerte

El 27 de octubre recordamos a Dominique Green, un joven afroamericano que se convirtió en amigo de la Comunidad de Sant’Egidio a través de la correspondencia, y que fue ejecutado en 2004. Con él recordamos también a todos los que están en el corredor de la muerte, con la esperanza de que pronto quede abolida la pena de muerte en todo el mundo.

Historias de amistad para comprender

A través de la correspondencia con los detenidos en el corredor de la muerte, hemos conocido algunas de sus historias que, en muchos aspectos, son historias de pobreza como las que conocemos en otros lugares del mundo. Ahora conocemos mejor cómo se termina en el corredor de la muerte, ahora conocemos mejor cómo se vive en la segregación total y sin esperanza.
El sistema penitenciario del corredor de la muerte somete a los detenidos a un trato durísimo que mortifica su dignidad humana. Cada vez que el detenido sale de la celda para un coloquio o para ducharse, es sometido a un cacheo de todo el cuerpo.
Las celdas son muy pequeñas, algunos detenidos nos dicen que extendiendo los brazos pueden tocar paredes y techo. No tienen ningún tipo de intimidad ni de día y por la noche porque las celdas no tienen puerta sino barrotes. Por la noche las luces permanecen encendidas para poder controlar constantemente a los presos, y las imprevistas e injustificadas inspecciones de las celdas contribuyen a mantener alta la tensión, que también requiere dicho control.
Las celdas tienen una decoración "básica", austera y pobre. Tienen un lavabo, un catre, un baño y un baúl metálico donde los detenidos pueden guardar sus objetos. Los guardias retiran lo que no cabe en ese espacio y lo echan a la incineradora. Las paredes de la celda son de cemento. En invierno hace mucho frío y en verano se llega a más de 45 grados.
Hay muchas historias de dolor en las cárceles del mundo donde se quita la vida. Creemos que no podemos seguir siendo indiferentes cuando el Estado inflige la muerte, un mal que, increíblemente, sigue vigente en nuestro siglo.

La historia de Dominique Green

Dominique es un joven afroamericano de 24 años. Fue condenado a muerte cuando acababa de cumplir 18 años. Lo acusaron de cometer un homicidio durante un robo. Fue detenido con violencia y fue sometido a un interrogatorio sin que le permitieran ver a un abogado. El proceso fue injusto.
Lo defendió un abogado de oficio que presentó los documentos de defensa fuera de tiempo. A menudo quienes son como él –pobres que no pueden permitirse pagar una defensa– se tienen que conformar con que les asignen un abogado de oficio inexperto o incompetente.
La suya es una historia difícil. Nació en una familia pobre. Sus padres estaban separados, y su madre tenía problemas psíquicos. Dominique creció en los suburbios de Houston, donde viven los más pobres, los negros y los hispanos.
En el juicio, en agosto de 1993, fue condenado a muerte sin que hubiera ninguna prueba contra él. Fue ejecutado en 2004 en el corredor de la muerte de Ellis One Unit, en Huntsville (Texas). A través de sus cartas, durante el tiempo que estuvo preso, entendimos qué significa crecer en la cárcel esperando el día de la ejecución. Dominique nos habló de amistades muy intensas que empezaron en el corredor de la muerte aquellos años; nos dijo que otros condenados a muerte, mayores que él, le habían enseñado a reaccionar en los momentos de mayor desesperación y de miedo; nos explicó que él mismo se convirtió en un punto de referencia para otros que estaban como él.
A veces el sufrimiento se hace intolerable, como cuando ejecutan a algún amigo. Los guardias se llevan al condenado, que ya no vuelve. Aprendes e vivir con el miedo.

Conocimos a Dominique tras contestar a la carta que publicó en un periódico italiano. De la primera carta que publicó recordamos algunas de sus palabras: "...estoy preso en el corredor de la muerte... necesito a alguien que quiera ayudarme. He pensado que tal vez me podáis ayudar a encontrar a alguien que tenga tiempo para escribirme o ayudarme, porque en los últimos tiempos no sabía cómo pedir ayuda o amistad... La soledad de este lugar empieza a afectarme, entre otras cosas porque me he dado cuenta de que puedo terminar muriendo aquí por algo que no hice...". Y también: "...en el corredor de la muerte hay personas buenas e inteligentes, pero muchas de ellas no han tenido oportunidades en su vida: fijaos en mí, mi vida estaba empezando y terminó por una mentira. ¿Por qué?"

Dominique, durante su vida, intentó dar sentido a su vida: a menudo, en las largas horas de soledad que pasaba en su celda, escribía poesías o dibujaba. Las poesías, los dibujos y sus cartas mostraban claramente su dolor: "aquí aprendo a ser un hombre, yo que quedé atrapado en las paredes de esta cárcel cuando no era más que un chaval".

Poesía

He encontrado una mano que me ayuda
Un hombre fuerte para apoyarme

Una sonrisa amable que me alegra

Una amistad buena de la que puedo depender
A veces me da miedo que todo desaparezca

Aunque siempre está en mi pensamiento
Mientras paso los días

Atrapado en la oscuridad
Se han llevado a otro
Un amigo al que no volveré a ver
Soy débil, me vuelvo loco

¿Qué puedo hacer?
Muchas cosas, seguidas, no sirven
Son demasiadas cosas para explicarlas
Ya no aguanto más
... ¿y tú?

Dominique Green, 9 de febrero de 1996, desde la cárcel del condado de Harris-Hundson

Vídeo

Dedican un parque de Roma a Dominique Green, víctima de la pena de muerte