Covid-19 en África: cómo responde Sant'Egidio al coronavirus en el campo de refugiados de Dzaleka (Malaui)

El trabajo de los jóvenes refugiados, la ayuda del cercano centro Dream y la producción de mascarillas

A nivel global, la mayoría de refugiados se encuentran en campos de refugiados de países en vías de desarrollo y Malaui, uno de los países más pobres del mundo, no es una excepción.


La vida en el campo de refugiados de Dzaleka: un tiempo suspendido

A pocos kilómetros de la capital, Lilongwe, se encuentra el campo de refugiados Dzaleka, gestionado por la ACNUR. Se abrió hace 20 años para acoger a los exiliados que provocaba el conflicto mozambiqueño. 
Tras la paz en Mozambique, que se firmó en Roma en 1992, continuó acogiendo a refugiados provenientes de Burundi, Uganda, Ruanda, Eirtrea y Etiopía. En los últimos años ha aumentado el número de personas que huyen de la República Democrática del Congo y llegan a Dzaleka.
El número de refugiados ha aumentado de manera exponencial, hasta llegar a la increíble cifra de 47.000 personas que viven en un espacio ideado para 10.000.

La vida en el campo es un tiempo suspendido, no se puede salir sin un motivo válido y hace falta una autorización por escrito. La gente vive al día con la esperanza de obtener un "golden ticket": poder optar al reasentamiento con la oportunidad de empezar una nueva vida en otro país (Canadá, Estados Unidos o Australia). Una espera que puede durar muchos años. 

Con la difusión del Covid-19 la situación es aún más crítica si cabe. En el campo es casi imposible mantener las distancias de seguridad y aplicar las medidas necesarias de precaución. Hasta el momento se han confirmado 4 casos positivos.
La ACNUR, en respuesta a los peligros de la pandemia, está valorando trasladar a parte de los refugiados a un nuevo campo para intentar descongestionar la densidad del actual.


La Comunidad de Sant’Egidio y los refugiados de Dzaleka

En Dzaleka la Comunidad de Sant’Egidio está formada por un grupo de jóvenes provenientes de zonas geográficas distintas y que habían conocido a Sant’Egidio en sus países.
Se conocieron en el campo y sintieron el deseo de seguir reuniéndose para rezar y ayudar a los pobres: a los niños con la Escuela de la Paz, a los ancianos que reciben visitas y ayuda para reconstruir sus casas y a las personas con discapacidad.

El Centro
DREAM de Mtengo wa Ntengho, para el tratamiento del VIH y de las enfermedades no transmisibles, está a pocos kilómetros de distancia del campo.

Desde principios de marzo de 2020 DREAM es una punta de lanza en la lucha contra la epidemia a través de la educación sanitaria y la difusión de información para prevenir la difusión del virus. En el centro DREAM hay un equipo de activistas y voluntarios para producir mascarillas y el primer lote producido se entregó a personas del campo para que pudieran poner en práctica inmediatamente las principales medidas de prevención. 
Junto a las mascarillas, se entregó tela, y así, también en el campo de Dzaleka ha empezado la producción y distribución de mascarillas, en particular a los ancianos.
Se trata de una gesto pequeño y sencillo que ha despertado admiración y agradecimiento porque demuestra que no les olvidamos.