Emergencia sin fin en Cabo Delgado. En la crisis de Mozambique las ayudas de la Comunidad de Sant'Egidio

Un artículo del "Osservatore Romano"

 

Cuando hablamos de refugiados o personas desplazadas, nunca nos damos cuenta de que la mayoría de ellos son niños y mujeres. Esto es también lo que está sucediendo en la olvidada crisis humanitaria en Cabo Delgado, la provincia norteña de Mozambique, blanco de ataques terroristas yihadistas desde 2017. Las cifras oficiales del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) cuentan 732.000 personas obligadas por la violencia a abandonar sus hogares. De todas éstas, aproximadamente la mitad, unas 335.000, son niños. En el caso de las mujeres, ese número llega al 70% del total.

 

Desde el inicio de la crisis, al menos 2.500 personas han sido víctimas de violencia sangrienta. Miles de familias han buscado refugio en las provincias de Nampula, Niassa y Zambézia. Se escapan con miedo sin documentos, con pocas cosas, y se refugian con amigos y familiares, o bien acampan en condiciones desesperadas en la frontera con Tanzania: pasan las noches al aire libre en un clima extremadamente frío, sin cobijo ni mantas.

 

Solo el 10% de los desplazados internos logra recibir ayuda humanitaria en los campos equipados administrados por organizaciones internacionales, también porque ACNUR no puede acceder a algunas zonas. "A pesar de los esfuerzos de las autoridades y la comunidad humanitaria - informa la agencia de la ONU - las necesidades de los desplazados superan considerablemente la capacidad de asistencia disponible del gobierno y las agencias humanitarias". Hace unos días un barco cargado con ayuda alimentaria del Programa Mundial de Alimentos (PMA) incluso volcó, provocando doce víctimas, entre la ciudad costera de Pemba y la isla de Ibo, que desde el inicio de la crisis ha acogido a unos 30.000 desplazados.

 

Para los demás sólo hay una movilización solidaria por parte de parroquias, misioneros, asociaciones y realidades de diferentes confesiones y religiones, al menos para distribuir alimentos y bienes de primera necesidad. Ayuda que también llega en velero, por mar y río, porque los caminos son inaccesibles o peligrosos. Pero sigue siendo una pequeña gota en el océano en comparación con las enormes necesidades de la población.

 

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, también contribuyó a paliar el sufrimiento de los desplazados, anunciando la decisión de donar 30.000 euros de un premio recibido este año, a Caritas Mozambique y a las ONG implicadas en ayuda humanitaria. Cabo Delgado es una de las zonas más ricas en campos de gas y recursos minerales, explotada por grandes empresas multinacionales, mientras que la población se ve privada de servicios sociales y de salud y no se beneficia en absoluto de ello. Al contrario, es también una de las zonas más pobres y con territorios más deprimidos en todo Mozambique. Es en esta situación que se ha inserido una estrategia extremista que ha encontrado un terreno fértil y ha fomentado la rebelión, encaminada a controlar violentamente el territorio y las riquezas. Aldeas atacadas e incendiadas, tiroteos nocturnos, secuestro de niños y mujeres, reclutamiento forzoso de jóvenes. El padre Kwiriwi Fonseca, director de comunicaciones de la diócesis de Pemba, contó a Ayuda a la Iglesia que sufre (ACS por sus siglas en italiano) de cientos de secuestros: “Los terroristas utilizan a estos niños y los entrenan a la fuerza para luchar en sus tropas, mientras que las niñas son violadas y forzadas para convertirse en sus esposas”. Según Save the Children, al menos 51 menores han sido secuestrados en los últimos dos meses, la mayoría niñas. Muchos quedan huérfanos y presencian escenas dramáticas.

 

También en los últimos días la Comunidad de Sant'Egidio ha lanzado un llamamiento "para no olvidar a la población de Mozambique". Históricamente Sant’Egidio ha estado vinculada a Mozambique desde la década de 1980 y está presente en 140 ciudades y pueblos, incluida la provincia de Cabo Delgado. Ha desarrollado durante años el programa Dream para el tratamiento del SIDA y recientemente también para otras iniciativas de diagnóstico anti-covid. Incluso muchos miembros de la Comunidad han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en Mocimboa, da Praia, Mbau, Muatide, Muidumbe, Lyautua. En Mbau, ocho miembros de Sant'Egidio fueron asesinados entre septiembre y octubre de 2018 durante los ataques al pueblo; otro joven de la Comunidad perdió la vida en junio de 2020 en el ataque a Mocimboa da Praia. “En los últimos meses hemos tratado de dar respuesta a la creciente demanda de desplazados internos y distribuimos más de cien toneladas de alimentos, así como mascarillas, jabón, ropa y mantas a 25.000 personas”, ha dicho Don Ángelo Romano en este comunicado, de la Comunidad de Sant'Egidio: "Más de mil personas han sido ayudadas para poder reunirse con sus familiares en áreas más seguras, otras para reubicarse en áreas más tranquilas, dándoles una casa y tierra para cultivar, con semillas y herramientas agrícolas, para ayudarlos a reconstruir una vida autónoma".

 

Han pasado casi 30 años desde la firma de los acuerdos de Roma, alcanzados el 4 de octubre de 1992 gracias a la mediación de Sant'Egidio, que puso fin a un largo conflicto interno con un millón de muertos y destrucción por todas partes. Mientras tanto, se ha reconstruido la infraestructura, ha aumentado la esperanza de vida y ha nacido toda una generación en paz. Los lazos con Italia son considerables y, sin embargo, "Mozambique está ausente del debate político", observó Don Romano. Solo el Papa Francisco no dejó de recordar la crisis en Cabo Delgado, con el Mensaje Urbi et orbi el día de Navidad y en el discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede el pasado 8 de febrero. El recuerdo de su visita apostólica en 2019 sigue vivo en el país, lo que contribuyó a dar nuevos pasos hacia la estabilidad interna. Según Don Romano, que cita los análisis y posiciones de los países del sur de África, "la amenaza yihadista no concierne solo a Cabo Delgado sino a todo Mozambique y podría extenderse también a nivel regional, como sucedió en el Sahel". Por supuesto, admite, “las razones del inicio de la revuelta en Cabo Delgado son tanto la creación de un estado islámico como el control de los recursos. La clara percepción de la población de no poder beneficiarse de los recursos ciertamente ha jugado a favor del yihadismo. Hay un descontento generalizado entre los jóvenes por la injusticia y la explotación y el yihadismo ha sabido aprovecharlo. Pedimos el apoyo de todos para poder ayudar más a la gente de Cabo Delgado”, concluye. En los próximos meses, la Comunidad incrementará la distribución de alimentos, los kits de salud y material escolar, proveerá a los desplazados de herramientas de trabajo y materiales para la construcción de viviendas. También se prevé la construcción de escuelas en algunos de los campamentos más grandes y la creación de becas para estudiantes de secundaria. La recaudación de fondos está en el sitio web dedicado (dona.santegidio.org).

 

Patrizia Caiffa

 

[traducción de la redacción]