Para romper el aislamiento de las cárceles, agravado por la pandemia, Sant'Egidio distribuyó en Navidad regalos a 12.000 reclusos, una quinta parte de la población carcelaria en Italia

Justo cuando parecía que la vida volvía a la normalidad, con la reanudación de algunas actividades presenciales y con unos hábitos aún tímidos en el mundo exterior, con la nueva ola de contagios las cárceles han vuelto a cerrar, con la carga del aislamiento, la soledad y el temor por la salud de los seres queridos. Justo en Navidad, cuando la separación se siente aún más dolorosa.
Por eso la Comunidad de Sant’Egidio pensó en un gesto de cercanía que pudiera llegar al mayor número posible de internos: logramos llegar a 12.000 del total de 54.000. Más de uno de cada 5 presos recibió un obsequio y más de 3500 una comida con platos típicos de estas fiestas en las cárceles de Lazio, Abruzzo, Liguria, Piamonte, Sicilia, Toscana, Umbría y Campania.
La prisión es un lugar de extrema marginalidad, pero no puede ni debe ser una isla donde nadie entra; es una periferia más allá de la periferia, llena de periféricos esperando ser visitados y acogidos.
¿Qué deseamos para el próximo año? Ciertamente una reducción del uso de la prisión a favor de medidas alternativas, siguiendo la tendencia de los últimos años que ha visto un aumento en el número de quienes cumplen su condena con medidas alternativas a la prisión. La Comunidad de Sant'Egidio está comprometida con la acogida y el apoyo a las familias, para que todos puedan tener una nueva oportunidad de superar el error y no caer en el estigma, que muchas veces encierra en una jaula a quienes tendrían derecho a empezar de nuevo.

Se trata, por tanto, de un compromiso cultural de amplio alcance, que orienta a quienes han pasado por la cárcel a la plena reintegración en una sociedad abierta.