LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración por los pobres
Paraula de déu cada dia
Libretto DEL GIORNO
Oración por los pobres
Lunes 23 de mayo


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 16,11-15

Nos embarcamos en Tróada y fuimos derechos a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis; de allí pasamos a Filipos, que es una de las principales ciudades de la demarcación de Macedonia, y colonia. En esta ciudad nos detuvimos algunos días. El sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde suponíamos que habría un sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido. Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa.» Y nos obligó a ir.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El apóstol Pablo había entrado en Europa empujado por el "Espíritu de Jesús". Filipos es la primera etapa de este itinerario de la predicación de la Palabra de Dios camino de Roma por obra de Pablo. El texto, en este punto, prosigue con el "nosotros" sugiriendo que Lucas y Silas se unen a la misión del apóstol. Pablo es acogido en Filipos por un grupo de mujeres, guiadas por Lidia, una comerciante de tejidos temerosa de Dios. Esta, tras haber escuchado a Pablo, se convierte y pide que la bauticen. Es una comerciante acaudalada, inmigrante asiática, mujer sola emancipada, la primera conversión en Europa y Lucas la convierte en el prototipo de las conversiones futuras. Asimismo, el proceso interior de conversión es descrito cuidadosamente: "El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo". La predicación del Evangelio no tiene relación con el número de seguidores. El Evangelio se propone cambiar el corazón de todas las personas. La fraternidad cristiana nace del cambio de los individuos. La predicación apostólica actúa cambiando el corazón de las personas y uniendo a los unos con los otros mediante un vínculo fraterno. Lidia es bautizada junto a su familia, junto a todos aquellos que vivían en la casa. Es significativo que la primera predicación cristiana en Europa se centre en la casa, y ya no en la sinagoga y ni siquiera en los lugares públicos romanos. Es el sentido de un cristianismo que asume las características de la "familia", no entendida como núcleo, sino como una casa que acoge a todos pero conservando los rasgos "domésticos", con relaciones directas, fraternas, solidarias y estables. La insistencia de Lidia para hospedar a Pablo y a sus compañeros es uno de los frutos singulares de la conversión evangélica: "Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y hospedaos en mi casa". Lidia les "obligó a ir", observa Lucas. Se podría decir que la acogida de los extranjeros está escrita ya en las raíces del cristianismo europeo. Es urgente hacer revivir tales raíces si la Iglesia europea quiere salir de su esterilidad. No nos convertimos a Jesús por nosotros mismos ni por la propia realización personal. La fraternidad que nace de la predicación evangélica tiene su apertura inmediata del corazón y de la propia casa.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.