LA PREGÀRIA CADA DIA

Oración por la Iglesia
Paraula de déu cada dia

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Recuerdo de santa Clara de Asís (+1253), discípula de san Francisco en el camino de la pobreza y de la simplicidad evangélica. Llegir més

Libretto DEL GIORNO
Oración por la Iglesia
Jueves 11 de agosto

Recuerdo de santa Clara de Asís (+1253), discípula de san Francisco en el camino de la pobreza y de la simplicidad evangélica.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Ezequiel 12,1-12

La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, tú vives en medio de la casa de rebeldía: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa de rebeldía. Ahora, pues, hijo de hombre, prepárate un equipo de deportado y sal deportado en pleno día, a sus propios ojos. Saldrás del lugar en que te encuentras hacia otro lugar, ante sus ojos. Acaso vean que son una casa de rebeldía. Arreglarás tu equipo como un equipo de deportado, de día, ante sus ojos. Y saldrás por la tarde, ante sus ojos, como salen los deportados. Haz a vista de ellos un agujero en la pared, por donde saldrás. A sus ojos, cargarás con tu equipaje a la espalda y saldrás en la oscuridad; te cubrirás el rostro para no ver la tierra, porque yo he hecho de ti un símbolo para la casa de Israel. Yo hice como se me había ordenado; preparé de día mi equipo, como un equipo de deportado, y por la tarde hice un agujero en la pared con la mano. Y salí en la oscuridad, cargando con el equipaje a mis espaldas, ante sus ojos. Por la mañana la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos: Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, esta casa de rebeldía: "Qué es lo que haces"? Diles: Así dice el Señor Yahveh. Este oráculo se refiere a Jerusalén y a toda la casa de Israel que está en medio de ella. Di: Yo soy un símbolo para vosotros; como he hecho yo, así se hará con ellos; serán deportados, irán al destierro. El príncipe que está en medio de ellos cargará con su equipo a la espalda, en la oscuridad, y saldrá; horadarán la muralla para hacerle salir por ella; y se tapará la cara para no ver la tierra con sus propios ojos.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

El libro de Ezequiel está repleto de acciones simbólicas, gestos que Dios pide hacer al profeta de modo que sean una señal para su pueblo y este pueda comprender el tiempo que está viviendo, los acontecimientos, la historia. Hasta siete veces el Señor le pide al profeta que haga lo que le indica ante el pueblo, "ante sus ojos". Todos deben ver, para entender. La palabra de Dios debe convertirse en visión, debe hacernos levantar los ojos de nosotros mismos para ir más allá de lo que cada uno de nosotros sabe ver por sí solo: "Hijo de hombre, tú vives en medio de la casa rebelde: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde". La "rebelión" contra Dios y el rechazo de su amor son la consecuencia de no querer ver ni escuchar. Su oído ha dejado de escuchar la Palabra de Dios y su corazón se ha endurecido tanto que ya no comprende lo que está ocurriendo. El profeta muestra lo que va a ocurrir: preparará un equipaje de emigrante y saldrá de la ciudad de manera que todos lo puedan ver. A través del profeta el Señor quiere ayudar a su pueblo a salir de la incapacidad de ver más allá del presente, a mirar el futuro. Es la fuerza de la Palabra de Dios, que se hace visión y señal para mostrarnos el curso de la historia: la inminente caída de Jerusalén y la deportación del rey Sedecías y del pueblo a Babilonia. A menudo en las páginas bíblicas se destaca que el pueblo del Señor tiene ojos y oídos, pero ni ve las obras del Señor ni escucha su Palabra. Por eso le pide a Ezequiel -siete veces, es decir, sin cansarse jamás- que recoja rápidamente todas sus cosas, que las deje fuera de casa como si estuviera preparándose para irse y que haga un agujero en la pared de ladrillos para salir de casa. Esta imagen debe hacer reflexionar al mundo en el que vivimos, frente a las guerras, las ciudades destruidas y la tierra devastada, frente a todos aquellos que, como Ezequiel, se ven obligados a preparar el equipaje del emigrante para salvar su vida.

La pregària és el cor de la vida de la Comunitat de Sant’Egidio, la seva primera "obra". Al final del dia, totes les Comunitats, tant si són grans com si són petites, es reuneixen al voltant del Senyor per escoltar la seva Paraula i dirigir-s'hi en la seva invocació. Els deixebles només poden estar als peus de Jesús, com Maria de Betània, per triar la "millor part" (Lc 10,42) i aprendre'n els seus mateixos sentiments (cfr. Flp 2,5).

Sempre que la Comunitat torna al Senyor, fa seva la súplica del deixeble anònim: "Senyor, ensenya'ns a pregar" (Lc 11,1). I Jesús, mestre de pregària, respon: "Quan pregueu, digueu: Abbà, Pare".

Quan preguem, encara que ho fem dins del cor, mai no estem aïllats ni som orfes, perquè en tot moment som membres de la família del Senyor. En la pregària comuna es veu clarament, a més del misteri de la filiació, el de la fraternitat.

Les Comunitats de Sant'Egidio que hi ha al món es reuneixen als diferents llocs que destinen a la pregària i presenten al Senyor les esperances i els dolors dels homes i les dones "malmenats i abatuts" de què parla l'Evangeli (Mt 9,36). En aquella gent d'aleshores s'inclouen els habitants de les ciutats contemporànies, els pobres que són marginats de la vida, tots aquells que esperen que algú els contracti (cfr. Mt 20).

La pregària comuna recull el crit, l'aspiració, el desig de pau, de guarició, de sentit de la vida i de salvació que hi ha en els homes i les dones d'aquest món. La pregària mai no és buida. Puja incessantment al Senyor perquè el plor es transformi en joia, la desesperació en felicitat, l'angoixa en esperança i la solitud en comunió. I perquè el Regne de Déu arribi aviat als homes.