ORACIÓN CADA DÍA

Vigilia del domingo
Palabra de dios todos los dias

Vigilia del domingo

Recuerdo de san Nil, starets ruso, (+1508). Fue padre espiritual de monjes a los que enseñó el gran amor del Señor por los hombres, exhortándoles a pedir a Dios el mismo sentimiento (en griego macrotimia). Recuerdo de la oración por los nuevos mártires del siglo XX presidida por Juan Pablo II en el Coliseo de Roma junto a los representantes de las Iglesias cristianas. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Vigilia del domingo
Sábado 7 de mayo

Recuerdo de san Nil, starets ruso, (+1508). Fue padre espiritual de monjes a los que enseñó el gran amor del Señor por los hombres, exhortándoles a pedir a Dios el mismo sentimiento (en griego macrotimia). Recuerdo de la oración por los nuevos mártires del siglo XX presidida por Juan Pablo II en el Coliseo de Roma junto a los representantes de las Iglesias cristianas.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Quien vive y cree en mí
no morirá jamas.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Hechos de los Apóstoles 18,23-28

Después de pasar allí algún tiempo marchó a recorrer una tras otra las regiones de Galacia y Frigia para fortalecer a todos los discípulos. Un judío, llamado Apolo, originario de Alejandría, hombre elocuente, que dominaba las Escrituras, llegó a Éfeso. Había sido instruido en el Camino del Señor y con fervor de espíritu hablaba y enseñaba con todo esmero lo referente a Jesús, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Este, pues, comenzó a hablar con valentía en la sinagoga. Al oírle Aquila y Priscila, le tomaron consigo y le expusieron más exactamente el Camino. Queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron a ello y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Una vez allí fue de gran provecho, con el auxilio de la gracia, a los que habían creído; pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que el Cristo era Jesús.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Si tú crees, verás la gloria de Dios,
dice el Señor.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Es la única vez que en los Hechos se cita a Apolo. Pablo habla de él en la primera Carta a los Corintios escrita en Éfeso durante su tercer viaje y por tanto después de la actividad de Apolo entre los cristianos de Corinto. El juicio de Pablo en la Carta está en la línea de todo lo que se afirma en este pasaje de los Hechos: Apolo es "hombre elocuente, que dominaba las Escrituras" y su acción apostólica cuenta "con el auxilio de la gracia". No obstante, sabemos también que Apolo fue motivo de preocupación para el Apóstol debido a las dos facciones que se habían creado entre los cristianos de Corinto, de las que una tomaba partido por Pablo y la otra por Apolo. El apóstol, preocupado por la ruptura que dicha polarización podía traer a la comunidad cristiana, interviene con decisión para que no acentuara la división. Escribe a los corintios: "¿Qué es, pues, Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según el don del Señor. Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien hizo crecer" (1 Cor 3,5).
Y luego añade: "En esto, hermanos, me he puesto como ejemplo a mí y a Apolo, en orden a vosotros; para que aprendáis de nosotros aquello de «No salirse de lo escrito» y para que nadie se engría en favor de uno contra otro" (1 Cor 4,6). Es importante tomar la pasión de Pablo por la unidad de la comunidad cristiana. En la Carta, él elogia también la predicación de Apolo, pero advierte a los cristianos de que la soberbia, que está siempre al acecho en el corazón de los creyentes, se convierte en un veneno que divide a la comunidad y llega a destruirla. Es significativa la acción de Priscila y Áquila que acogen a Apolo en su casa y le ayudan a entender el mensaje evangélico aun más. Es necesario participar en la vida de la comunidad para poder entender la verdad profunda del Evangelio. No basta con la simple doctrina ni la habilidad dialéctica. En este pasaje, Lucas nombra a Priscila antes que a Áquila quizá para destacar la acción pastoral que las mujeres desarrollaban en las comunidades paulinas. Es una indicación preciosa también para las comunidades cristianas de hoy.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.