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Memoria de la Iglesia
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Iglesia

Recuerdo de Lázaro de Betania. Oración por todos los enfermos graves y por los moribundos. Recuerdo de los que han muerto de sida.
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Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Iglesia

Recuerdo de Lázaro de Betania. Oración por todos los enfermos graves y por los moribundos. Recuerdo de los que han muerto de sida.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy el buen pastor,
mis ovejas escuchan mi voz
y devendrán
un solo rebaño y un solo redil.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Mateo 1,1-17

Libro de la generación de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac,
Isaac engendró a Jacob,
Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara,
Fares engendró a Esrom,
Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab,
Aminadab engendró a Naassón,
Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz,
Booz engendró, de Rut, a Obed,
Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam,
Roboam engendró a Abiá,
Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat,
Josafat engendró a Joram,
Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam,
Joatam engendró a Acaz,
Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés,
Manasés engendró a Amón,
Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos,
cuando la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia,
Jeconías engendró a Salatiel,
Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud,
Abiud engendró a Eliakim,
Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq,
Sadoq engendró a Aquim,
Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar,
Eleazar engendró a Mattán,
Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María,
de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo:
que se amen los unos a los otros.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Esta página evangélica que da inicio a la narración de Mateo quiere conducirnos a las puertas de la Navidad. El evangelista abre su texto con la descripción del árbol genealógico de Jesús. A diferencia del Evangelio de Juan, que se abre con la descripción del origen divino Jesús, Mateo y Lucas presentan la genealogía humana, aunque en sus listas aparecen nombres diferentes (los dos listados, desde David a José, coinciden sólo en dos nombres). Esto sucede porque Mateo prefiere la sucesión dinástica y Lucas la natural. A través de la lista de nombres que propone, Mateo quiere conducir al lector para que descubra que Jesús es "hijo de David" e "hijo de Abraham", dos títulos que presentan a Jesús como cumplimiento de la promesa de Dios. El plan de salvación que Dios está realizando no nace del improviso. El Señor empezó a prepararlo desde muy lejos, desde Abraham y David. Y, con la sucesión de generaciones, el Señor ha conducido la historia de Israel hasta su cumplimiento: hasta "José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo". Esta página evangélica, que a primera vista puede parecer una árida lista de nombres, nos recuerda en realidad que Jesús no vive fuera de la historia de los hombres, que no es un mito abstracto, que no está fuera de la limitación de la humanidad; es más, precisamente estando dentro de ella, es su cumplimiento. En él todas las generaciones encuentran consuelo y salvación. Él no es prerrogativa de una cultura especial, o de una raza o de una única civilización. Jesús recapitula en sí todas las cosas, como escribirá el apóstol Pablo. No es casualidad que en la lista genealógica entren también algunas mujeres paganas, como Rajab y Rut, o bien mujeres manchadas de culpa como Tamar y la mujer de Urías. Jesús es el "rey" de Israel y de todos los pueblos, es el que salva y redime, es el culmen de la historia. En esa lista podemos, por tanto, incluir también nuestros nombres y los de nuestros seres queridos o los de quienes encontramos. El Señor Dios ha elegido caminar junto a nosotros: es de verdad el Emmanuel, Dios con nosotros.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.