ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de la Madre del Señor
Palabra de dios todos los dias

Memoria de la Madre del Señor

Recuerdo de Yaguine y Fodé, dos jóvenes de 15 y 14 años de Guinea Conakry que murieron de frío en 1999 cuando iban escondidos en el tren de aterrizaje de un avión para intentar ir a Europa a estudiar. Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de la Madre del Señor

Recuerdo de Yaguine y Fodé, dos jóvenes de 15 y 14 años de Guinea Conakry que murieron de frío en 1999 cuando iban escondidos en el tren de aterrizaje de un avión para intentar ir a Europa a estudiar.


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre ti,
el que nacerá de ti será santo.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Mateo 15,1-2.10-14

Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen: «¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer.» Luego llamó a la gente y les dijo: «Oíd y entended. No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.» Entonces se acercan los discípulos y le dicen: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?» El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

He aquí Señor, a tus siervos:
hágase en nosotros según tu Palabra.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Tras la narración serena de los dos capítulos anteriores, con el capítulo 15 el evangelista Mateo pasa al ataque abierto y a la polémica con los escribas y los fariseos. Estos últimos, llamados probablemente por celosos fariseos de Galilea, salen de Jerusalén para ir al encuentro de este joven maestro. Quieren prevenirlo de los comportamientos que suscita en quienes le siguen. Inmediatamente le plantean el porqué de sus transgresiones de la "tradición de los antepasados". Todavía estamos en los inicios de la predicación de Jesús. Su hablar produce estupor entre los pobres y escándalo entre los biempensantes, es decir, entre aquellos que están más aferrados a las reglas que al amor y a la misericordia. Muchos se escandalizaban porque los discípulos no se lavaban las manos antes de comer, como requerían las normas establecidas por la tradición. Seguramente las muchedumbres a las que Jesús daba de comer con el pan multiplicado para ellos no se lavaban las manos, pero a pesar de ello la misericordia de Dios se había manifestado con sobreabundancia en ellos. Las "tradiciones" y los "ritos" tienen sin duda su peso, y Jesús lo sabe. Por eso contesta a los fariseos y a continuación se dirige directamente a la gente. E invita a todos a reflexionar con atención sobre lo que es puro y lo que no lo es. Y dice: "No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre" (v. 10). Probablemente esta sentencia es la síntesis del discurso que Jesús había pronunciado ante la muchedumbre para hacerles comprender que la moralidad no está en las cosas sino en el corazón del hombre. Más adelante (vv. 18-19) explicará mejor el sentido de esas palabras. Los discípulos parecen turbados y se acercan a Jesús para comunicarle que sus palabras han escandalizado a los fariseos. En realidad, los fariseos habían interpretado de manera equivocada y malvada las palabras de Jesús referidas a toda la ley mosaica y no tanto a algunas interpretaciones introducidas por ellos recientemente. Los fariseos daban a esas nuevas disposiciones una importancia mucho más grande que al núcleo mismo de la Ley mosaica que es la fidelidad a Dios y al amor. Su avaricia los hacía defensores de reglas exteriores y no de la alianza entre el Señor y su pueblo. Por eso Jesús invita a los discípulos a no preocuparse demasiado de ellos, porque no tienen los pensamientos del Señor. El motivo de dicha invitación es severo: son como ciegos que quieren guiar a otros ciegos. ¿Qué significa? Sus ojos están cerrados, están apagados al amor. Por eso no saben acoger a quien lo necesita y aún menos saben ser de ayuda a quien pide una luz, aunque sea pequeña, para su vida. Es una invitación a cada uno de nosotros a acoger la luz verdadera, el Evangelio del amor.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.