ORACIÓN CADA DÍA

Memoria de Jesús crucificado
Palabra de dios todos los dias

Memoria de Jesús crucificado

Los judíos celebran el Yom Kippur (Día de la expiación). Leer más

Libretto DEL GIORNO
Memoria de Jesús crucificado

Los judíos celebran el Yom Kippur (Día de la expiación).


Lectura de la Palabra de Dios

Aleluya, aleluya, aleluya.

Este es el Evangelio de los pobres,
la liberación de los prisioneros,
la vista de los ciegos,
la libertad de los oprimidos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Lucas 11,15-26

Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.» Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.» «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al no encontrarlo, dice: "Me volveré a mi casa, de donde salí." Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio.»

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

El Hijo del hombre,
ha venido a servir,
quien quiera ser grande
se haga siervo de todos.

Aleluya, aleluya, aleluya.

Jesús acababa de liberar a un hombre poseído por un demonio "mudo". Impedir la palabra significa reforzar o en cualquier caso hacer más dura la soledad de aquel que sufre dicha imposibilidad. La comunicación a través de la palabra es uno de los pilares de la vida humana. Por eso, cuando aquel hombre quedó libre del demonio y pudo hablar, explotó la maravilla de la gente. Pero el espíritu del mal no se detiene, sino que reforzó su resistencia y su oposición a Jesús y al Evangelio. Toda la historia de Jesús y de sus discípulos de todos los tiempos es una historia de oposición y de lucha contra el mal. En este caso se trata de liberar a aquel hombre del mutismo, es decir, de la incapacidad de comunicarse con los demás. ¿Cómo no pensar en la triste situación de una gran parte de la humanidad que no es capaz de entenderse, de comprenderse? ¡Es difícil que las personas, las etnias, los pueblos, las naciones se comuniquen! Y la incomunicabilidad crea tensiones y conflictos, en ocasiones dramáticos. El príncipe del mal obra para que crezcan la división y la enemistad. El Evangelio continúa invitando a los discípulos a estar atentos, a no cerrarse en sus recintos, porque el demonio de la incomunicabilidad obra para que entre los discípulos se insinúe la división y se afirme la resignación. No son infrecuentes las acusaciones y las calumnias contra Jesús y contra los discípulos, como hacían los fariseos. Pero Jesús exhorta a mirar los frutos de su misión y, podríamos añadir, las obras de amor que los discípulos y la Iglesia continúan llevando a cabo. Estas son el verdadero testimonio de la presencia del "dedo de Dios" en la historia. Y Jesús es el "dedo de Dios", y por tanto el hombre "más fuerte" incluso que el "fuerte" mal que entra en la casa, lo vence y lo desarma. Esta casa es el corazón de cada uno de nosotros, es la comunidad cristiana, donde el amor es más fuerte que el mal. Y todo aquel que está ciego frente a este amor, en realidad está de parte del enemigo. Por eso Jesús afirma con intransigencia: "el que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama". Pero es necesario vigilar. La lucha contra el mal nos acompañará toda la vida. El "espíritu inmundo", dice Jesús, aunque haya salido intentará volver a entrar. Y vive un resultado dramático aquel que desatiende su corazón por la pereza y la preocupación por las cosas vanas: entrarán en aquel corazón "otros siete espíritus" y la nueva situación será peor que la anterior.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.